Ignacio Carrillo ha viajado toda su vida por centenares de pueblos y regiones del Norte de Colombia, llevando allí donde iba la música y los cantos tradicionales con su acordeón, un instrumento legendario del que se dice que está poseído porque perteneció al diablo. Ya mayor, se casa y se instala en un pequeño pueblo con su mujer, dejando atrás su vida de nómada. Tras la repentina muerte de su esposa, decide hacer un último viaje al norte del país para devolverle el acordeón a su legítimo dueño, su profesor y mentor, para así nunca más tocarlo En el camino, conoce al joven Ignacio que sueña convertirse, como él, en un juglar y viajar por todas partes tocando el acordeón. Viéndose solo, Ignacio le acepta como compañero de viaje y juntos emprenden el viaje a Majagual, pasando por Sucre hasta Taroa, al otro lado del desierto de la Guajira. Allí descubrirán la gran diversidad de la cultura caribeña y sobrevivirán a unas cuantas aventuras. Ignacio intenta convencer a Firmin de que no siga su camino, diciéndole que su vida siempre ha estado llena de soledad y tristeza. Pero finalmente descubrirá que el destino tiene otros planes para él y su alumno.