En la mitología rumana, el íncubo es un atractivo demonio que altera la mente y los sentimientos de las mujeres jóvenes para obligarlas a desear. También se le considera un semidivinidad erótica que simboliza todas las formas de sexualidad que poseen las mujeres ansiosas por el placer sexual. El íncubo se cuela discretamente en la casa de la víctima y su principal actividad es la iniciación sexual. En 2012, Zanoni, el último íncubo vive retirado en una vieja casa y ha adoptado la forma de un misterioso personaje que invita a las chicas a misteriosos viajes nocturnos en moto.