Al oír hablar de un ensayo clínico para un nuevo antidepresor, Michael se apunta en un arrebato. Por desgracia, tras descubrirse que las pastillas tienen graves efectos secundarios, se abandona el ensayo. Michael se niega a perder la nueva sensación de calma y autocontrol que ha conseguido gracias a la píldora, por lo que decide continuar el experimento por su cuenta. Cegado por su rápido éxito, Michael siente que tiene que tomar también las riendas de la vida de otras personas. Poco a poco, sus juegos psicológicos se vuelven más peligrosos, hasta que hace un descubrimiento que le obliga a ver sus actos bajo un nuevo y aterrador punto de vista.