03/05/2012 - El productor barcelonés Luis Miñarro imagina el futuro del cine de autor. Y lo ve distinto, pero no habrá quien lo pare

La premisa es simple: “Eddie Saeta es una productora que entiende que el cine es un arte”. En los tiempos que corren, donde sólo parecen importar las cifras (recaudaciones, presupuestos, incentivos, subvenciones...), una declaración de este tipo encierra una singular belleza. Su autor, Luis Miñarro (Barcelona, 1949), es posiblemente el productor español de cine de autor más respetado en el mercado internacional, por innovador, arriesgado, apasionado e intuitivo. Al mando de la productora Eddie Saeta, donde desde 1995 ha producido 29 largometrajes, ha dado lugar a una filmografía diferente, independiente, contemporánea e internacional de autores como Isabel Coixet (Cosas que nunca te dije, 1996), Apichatpong Weerasethakul (Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas [+lee también:
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ficha de la película], Palma de Oro en 2010), Manoel de Oliveira (Singularidades de una chica rubia [+lee también:
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ficha de la película], 2009; El extraño caso de Angélica [+lee también:
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ficha de la película], 2010) o José Luis Guerín (En la ciudad de Silvia, 2006) y nuevos talentos como Albert Serra (Honor de cavallería [+lee también:
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ficha de la película], 2006; El cant dels ocells, 2008), Agustí Vila (La mosquitera [+lee también:
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ficha de la película], 2010) o Sergio Caballero (Finisterrae [+lee también:
entrevista: Sergio Caballero
ficha de la película], 2010).

Son muchos los productores que interpretan la necesidad de acercarse al público exagerando (sin éxito) los elementos comerciales de sus películas. Miñarro muestra un camino alternativo: “Lo principal es el respeto del espectador. Es vital que el cine que propongo le deje un espacio para que acabe de confeccionar una idea. Tratar al espectador con el respeto de dejarle que construya su visión personal de la película, que haya espacio en la película para que pueda hacerla suya. No me interesa el cine que lo da todo masticado, previsible desde el inicio, o que no llega a ningún lugar concreto más que el de ilustrar una historia. Para eso ya está la literatura, que lo hace mejor”.

La precaria situación de la producción cinematográfica española se recrudece cuando hablamos de películas, como las producidas por Miñarro, con una salida comercial limitada. En su opinión, el cine de autor “se irá personalizando, en el sentido de que serán los propios autores o directores quienes se gestionen su propia película. De una manera mucho más sencilla, ya que la tecnología lo permite, pueden hacer formatos más pequeños desde el punto de vista industrial pero en los que podrán brindar su ideario”. Tiene claro que esta crisis no será definitiva: “El cine no va a desaparecer. Va a seguir coexistiendo el cine más industrial, aunque en menor cantidad, con el cine de autor más radical, quizás confeccionado desde otra perspectiva: Crowdfunding, cooperativa, llámalo cómo quieras. Pero al cine nadie lo va a parar, porque es un vehículo de expresión personal. Se va a seguir haciendo cine aunque no se vea en la salas, sino en otros espacios alternativos”.

Este espacio alternativo adopta cada vez más el rostro de Internet. Un nuevo medio en el cual los productores tienen que entrar sin miedos: “En la corta historia del cine, los productores estamos acostumbrados a reinventarnos. Es algo consustancial. Ahora hay nuevas ventanas, como el VoD, que pueden ofrecer el cine que hacemos a un precio moderado. Son fuentes que hasta ahora no han nutrido económicamente a la producción como para permitir una rotación interesante, pero confío en que llegará. No hay que perder el optimismo ni, sobre todo, las ganas de hacer las cosas. No se puede frenar la creatividad”.