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Alberto Barbera • Director de la 69ª edición del Festival de Venecia

"Los festivales deben recuperar su función de exploración de nuevas estéticas y lenguajes"

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- El nuevo director del Festival de Cine de Venecia habla del programa y las novedades de la 69ª edición, que se celebrará del 29 de agosto al 8 de septiembre

Durante la concurridísima presentación del programa oficial celebrada ayer, 26 de julio, en Roma, el nuevo director del Festival de Cine de Venecia, Alberto Barbera, ha comentado los títulos seleccionados y las novedades de esta 69ª edición. A continuación, algunos extractos de la rueda de prensa:

Los problemas y el criterio de selección.
Este año, el festival no presenta más de 60 películas en total, un número soportable para que todos puedan ver la mayor cantidad de películas. Todas llegan en estreno mundial, menos una (Shokuzai, de Kiyoshi Kurosawa, que nace como serie de televisión y ha sido emitida tan sólo en Japón). Todavía queda por anunciar la 18ª película a concurso. Sólo puedo decir que no será china y que creo que os sorprenderá gratamente. Las últimas semanas han sido muy extenuantes, casi dramáticas. Siento envidia de mi compañero y amigo, el director del Festival de Toronto, que puede escoger 350 películas y no decir “no” a nadie. Nosotros, entre sacrificios, discusiones, dudas y sentimientos de culpa, hemos seleccionado más o menos una tercera parte de las películas que efectivamente podían estar. El criterio de selección ha sido la calidad suprema y el respeto de la diversidad.

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El programa: autores consagrados y jóvenes directores de tierras lejanas.
Hemos asumido algún que otro riesgo. El programa se compone de autores consagrados, muchos de ellos europeos, así como algunos directores menos famosos y jóvenes cineastas desconocidos de países donde no hay una industria cinematográfica; por ejemplo, un corto realizado en Nepal o la primera película dirigida por una mujer en Arabia Saudí. El dato más interesante es que, a pesar de la crisis, existe mucha actividad productiva en todo el mundo, en países como Guatemala, Indonesia o Malasia, donde el cine está creciendo gracias a las nuevas tecnologías digitales de bajo coste. Hay que seguir y fomentar este desarrollo. Los festivales deben recuperar su función de exploración de nuevas estéticas y lenguajes, no sólo ser una ocasión para el reconocimiento y el homenaje. Los temas recurrentes de la selección son la crisis (económica, pero también de valores, comportamientos, modelos y relaciones humanas), la soledad (como consecuencia de la crisis) y el fundamentalismo (tanto religioso como económico).

Las novedades: Mercado, Biennale College y proyecciones online.
Admito que hace años me equivoqué cuando dije que los mercados de cine habían dejado de ser necesarios, ya que habían sido sustituidos por otros lugares de intercambio, como Internet. Un lugar físico de encuentro es indispensable. Venice Film Market se concentrará en los primeros cinco días del festival y la respuesta de la mayor parte de los compradores ha sido muy satisfactoria. Otra novedad es Biennale College, un taller de formación para jóvenes talentos único en su género. Al menos tres proyectos serán seguidos, todos ellos de bajo coste, desde su concepción hasta el final de su realización, durante un año. Las películas producidas serán presentadas el año siguiente en el festival. Pero la principal novedad es que el festival desembarca en Internet: todas las películas de la sección Orizzonti serán proyectadas una vez online, para 500 personas, al precio de cuatro euros. No hay riesgos para nadie. Las plataformas online son seguras y, en lo que respecta al festival, el espacio físico sigue siendo imprescindible. Las películas están hechas para la gran pantalla, pero esta iniciativa puede ser de ayuda para las producciones independientes. Hoy, algunos elementos del funcionamiento de los festivales se han quedado obsoletos.

Adiós a la sección Controcampo italiano y a las retrospectivas.
Controcampo era demasiado parecida a una reserva indígena. El cine italiano en Venecia tiene que estar considerado al mismo nivel que el extranjero. Es verdad, hay menos películas italianas que el año pasado (un 30-40% menos), pero no son pocas: catorce directores italianos en la Sección Oficial y otros ocho-nueve en Venezia Classici. Es una manera de dar más valor a la producción nacional. Todo ello sin contar las películas de la Semana Internacional de la Crítica o las Jornadas de los Autores (Venice Days), con quienes hemos trabajado en total sintonía. En cuanto a las retrospectivas, creo que no son necesarias. Hacer una retrospectiva sobre un autor requiere un trabajo monstruoso de búsqueda de derechos. Ha surgido en cambio un fenómeno que tener en cuenta: la restauración de clásicos. Hasta hace veinte años eran una exclusiva de unas pocas filmotecas. Hoy es un fenómeno generalizado. La reintroducción de cine clásico en el circuito comercial es, por encima de todo, rentable. La presencia de clásicos restaurados será una constante del festival de Venecia.

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