05/10/2012 - La segunda película del director de El orfanato es una producción de gran dificultad técnica, que recrea, con un verismo arrollador, el tsunami de 2004.

Cineuropa: El espectador, viendo tu película Lo imposible [+lee también:
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entrevista: Juan Antonio Bayona
ficha de la película], casi siente el tsunami en su propia carne.
Juan Antonio Bayona: Sí, es intencionado: meter al público en medio de lo que pasó. Por eso le he dado importancia a lo sensorial. Cuando hablas con quienes estuvieron allí, te dicen que todo pasó muy rápido, en los dos días que narra la película, así que no tenían tiempo de pensar. Yo quería estar en la cabeza de esas personas: por eso es un viaje más emocional que intelectual el que debe experimentar el público. La parte cerebral aparece al final, cuando leemos el título “Lo imposible” y piensas: ¿a partir de ahora... qué?

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¿Tuviste algún modelo de película de catástrofes? El film se vincula a esta tendencia.
No, el cine de catástrofes generalmente pretende contar la tragedia desde muchos puntos de vista y dejando la propia hecatombe para el clímax final. Nosotros hemos hecho lo contrario: empezamos con el maremoto y nos centramos sólo en una familia. Porque yo quería sentir con ella. Hoy uno ve las noticias en la televisión y está como anestesiado: Ve los acontecimientos, pero no ve a las personas. Yo deseaba estar con la gente y mostrar lo que no me habían contado los informativos. En El orfanato [+lee también:
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ficha de la película] había un componente fantástico dominante, aquí impera el realismo puro y duro.
El realismo, que no deja de ser una convención cuando haces cine, o la pretensión de realismo, era básica para esta película, donde a nivel técnico el tsunami tenía que ser realista, porque era el punto de inflexión de la historia; pero también a nivel emocional: la película es un viaje sobre el dolor, y como el dolor pasa de ser físico a emocional en la última secuencia de la película.

Esa lágrima de Naomi Watts...
Suelo hablar de esto como del segundo tsunami de la película. El primero es una ola negra de muerte, el segundo lo aporta Naomi con una sola lágrima cargada de mucho dolor. Ésa es una de las ideas de la película: no limitarse a contar una historia donde los personajes viven o mueren, sino que en la supervivencia también hay sufrimiento.

Yo hablaría de un tercer tsunami: el que vas a provocar en el espectador, porque resulta imposible contener las lágrimas viendo Lo imposible.
Soy consciente de que es una opción arriesgada, porque hay mucho tabú a la hora de mostrar las emociones. Hay gente que se siente incómoda mostrándolas y la película apuesta por eso de una manera descarada. La emoción está expuesta como la vivieron en Tailandia: a bocajarro.

El rodaje ha debido ser muy complejo, con tanto agua, efectos y niños.
Tuvimos muchas complicaciones... fue duro. Por un lado, el reto técnico, que asumimos el equipo español; luego había que mostrar el drama con unos actores de esa talla en un idioma -inglés- que no es el propio y luego rodar con niños de incluso cuatro años... Lo más complicado resultó juntar todas las piezas del puzle y que funcionara.

Entonces... ¿cuántos meses de filmación han sido necesarios?
Ha sido un rodaje atípico, porque íbamos parando para preparar las siguientes tomas. Era tan grande la infraestructura que no dábamos abasto para rodar la película seguida. Al final, con semanas de ensayos, pruebas técnicas y del rodaje en sí, fueron 25 semanas, que se alargaron durante casi un año.

¿Cuanto ha costado en total?
30 millones de euros.

Ya se habla de Lo imposible para los oscar. ¿Estás preparado para eso?
La verdad es que no. Es cierto que está bien colocada, pero es algo que desde España es difícil de conseguir, porque esta película es española, vivo en Barcelona y el productor en Madrid. Y es complicado hacer una campaña de Oscar desde aquí. Pero estamos teniendo un apoyo fantástico de la distribuidora allí y nunca se sabe.

De hecho se estrena en EEUU en diciembre, como hacen los títulos favoritos para los premios...
Si. En Navidades la colocó la distribuidora -Summit Entertainment- porque tiene puestas muchas esperanzas en ella.