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Antonin Peretjatko • Director

"Cero autocensura"

por 

- Entrevista con un joven director que presentó en Cannes su sorprendente primer largometraje, La chica del 14 de julio.

Después de haber dado que hablar con sus cortos, Antonin Peretjatko presentó en la Quincena de los Realizadores del 66° festival de Cannes su primer largometraje: la imaginativa y burlesca La chica del 14 de julio [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película
]
 (leer la crítica).

Cineuropa: ¿De dónde le vino la idea de La chica del 14 de julio y qué partes se improvisaron en el rodaje con respecto a lo que estaba escrito en el guion?
Antonin Peretjatko:
Mi intención era empezar a partir de algo muy visual y bastante burlesco y del cómic Les Pieds nickelés. El problema a la hora de estructurar el guion es que realmente no hay historia en Les Pieds nickelés. A mí me interesaba acercarme a un humor similar al de la sátira política que analiza la Francia de nuestros días. Por último, para que la cosa cuajara, añadí una historia de amor. Lo malo de estos planteamientos es recabar fondos (ndr.: el presupuesto de la cinta es de un millón de euros), puesto que poner por escrito estas ideas visuales es muy delicado, a menos que uno disponga de un estilo literario del que yo, desde luego, carezco. En lo que concierne a la improvisación, hubo muy poca, por mucho que en mi nota de intención indicase que trataríamos de hacer creer lo más posible que habría improvisación en las maneras de interpretar y de filmar. Sin embargo, la improvisación no se improvisa En cualquier caso, como el plan de trabajo era muy estricto, tampoco era realmente posible tener tiempo en el rodaje de trazar nuevas secuencias.

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¿Cómo mezcló estilos y humores?
Hay una componente como de mosaico bastante importante. El montaje fue complejo por ello, ya que el humor es algo muy personal. No es fácil escoger entre elementos que algunos encuentran graciosos y otros, no; yo quería hacer una película lúdica y no tenía dudas a la hora de tirar de gramática cinematográfica como flashbacks, cierre de iris, fundidos… Si aparecen tantas cosas distintas es por una cuestión de ritmo: se rompe el ritmo, se vuelve a empezar, se frena, se acelera… No hay prácticamente ningún plano secuencia y el más largo dura un minuto y veinte segundos. En el rodaje me protejo poco, no filmo desde varios ángulos porque ya tengo en mi cabeza el montaje, así que se trabaja rápido. Lo que cuenta es el ritmo y saber cuándo hay que cortar un plano para acelerar o ralentizar la acción.

¿Qué puede decirnos de los numerosos guiños y referencias de que dispone la película?
La cinta que más me ha influido y que no se encuentra en ninguna parte de La chica del 14 de julio es el Otelo de Orson Welles, con sus tomas rodadas en Malta y sus contracampos en España totalmente imperceptibles gracias a la magia del montaje. Me dije que el abanico de posibilidades era absolutamente enorme. Como filmamos La fille du 14 juillet en dos años, un poco por etapas, había muchas secuencias así, incluso con campos/contracampos que iban de un año para otro, y funciona. En cuanto a las alusiones cinematográficas, son referencias que salen a la superficie de manera un poco inconsciente. Solo a posteriori me di cuenta, por ejemplo, que el principio recordaba a Al final de la escapada. Era evidente, pero no lo pensé al escribir el guion. Si La chica del 14 de julio recuerda a la Nouvelle Vague, también será por la imagen de 16 mm y los colores, ahora que todo es desaturado. Uno puede pensar asimismo en Rozier o Rohmer por la manera de filmar porque dispuse de un equipo muy pequeño. Lo hemos sufrido económicamente pero también fue algo voluntario porque quería ser libre y poder cambiar de acera si un rayo de sol aparecía de repente. Hoy en día, los rodajes van con calzador, todo el mundo tiene miedo del guion o de la ruina financiera: todo tiene que ser lo más previsible posible. También por eso La chica del 14 de julio parece bastante libre, pero esta libertad me la di yo al no autocensurarme bajo ningún concepto. Solo puse a gusto del consumidor actual aquella libertad que tenía el cine en los años 60.

¿Desea seguir explotando esta vena burlesca en sus próximas obras?
Tengo ganas de hacer otra película, quizá dos, en este registro para perfeccionarlo y porque me siento muy bien en él, pero ya tengo en mente un proyecto que será mucho menos cómico para evitar que se me catalogue demasiado deprisa.

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