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Claude Barras • Director

"La idea es transmitir valores positivos y constructivos a los niños"

por 

- CANNES 2016: El cineasta suizo Claude Barras habla de su atractiva película de animación La vida de Calabacín, presentada en la Quincena de los Realizadores

Claude Barras • Director
(© Quinzaine des réalisateurs)

Al día siguiente del estreno de La vida de Calabacín [+lee también:
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en la Quincena de los Realizadores del 69° Festival de Cannes, el director suizo Claude Barras relató a Cineuropa la aventura de su primer largometraje: una película de dibujos animados emocionante, original y positiva sobre los maltratos en la infancia.

Cineuropa: ¿Por qué quiso llevar a la pantalla la novela Autobiographie d’une courgette?
Claude Barras: Yo empecé a hacer cine con Cédric Louis. Juntos realizamos el cortometraje Banquise, que fue seleccionado en Cannes en 2006 y que hablaba de una niña pequeña y obesa que sufría bajo la mirada de los demás y el calor del verano. Allí ya abordábamos la infancia de manera especial. Por lo demás, Cédric había leído Gilles Paris y me propuso trabajar en este proyecto en el salto al largometraje. 

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¿Qué le llama tanto la atención de la infancia?
Lo que me interesa es intentar hacer trabajar las emociones del espectador y devolverlo a la infancia es una manera de hipnotizarlos para abrirlos a las emociones. Todos tenemos una conexión un poco especial con la infancia. Como dice Céline Sciamma, "cuando uno es niño, basta que un amigo te dé la espalda o una pequeña frase para quedar marcado para toda la vida".

Precisamente queríamos preguntarle sobre Céline Sciamma. ¿Cómo llegó ella al proyecto para escribir el guion?
Empecé a desarrollar el guion con Cédric. Hicimos varios cortos y, entre uno y otro, trabajamos en el proyecto. Aquello duró siete años. También dibujamos los personajes juntos al principio. Luego, Cédric fue hacia el documental y yo me quedé el proyecto. La narración tenía por entonces la estructura por capítulos bastante coral del libro y yo tenía la idea de hacer más bien episodios. Los productores suizos Max Karli y Pauline Gygax (Rita Productions) pensaban, al contrario, que esa no era forzosamente la mejor forma narrativa y me propusieron trabajar con Céline, a la que ya conocían. Yo no dudé un instante: adoro su trabajo. Para La vida de Calabacín, construyó un arco narrativo bastante clásico y sencillo pero muy depurado, con tomas de aire, en el que cada uno de los numerosos personajes resulta atractivo y cuenta con sus momentos y sus características particulares. ¡Tenía todo lo que quería! Estábamos en sintonía y nuestro acuerdo fue inmediato en torno a la película que queríamos hacer. 

La cinta trata de manera dulce temas muy sombríos: el maltrato, las familias de acogida, la adopción, la soledad… y avanza hacia la luz de la solidaridad, la amistad y el amor.
No vamos a hablar de una elección política pero algo de eso hay. Hago cine para niños en parte porque creo que falta diversidad en lo que se propone hoy en día. Hay cosas muy hermosas en la diversión y películas preciosas que hablan un poco de la realidad, pero no son tantas. A mí me apetece sobre todo hablar de cosas reales y realistas, puesto que el cine también debe hacer reflexionar a los niños, no solamente divertirlos. Por ello, este relato que parte de la sombra y va hacia la luz era perfecto: la idea es transmitir valores positivos y constructivos a los críos. Esta película es una forma de contar cómo el amor, la amistad y la compasión pueden ayudar a vivir mejor juntos. 

¿Cómo se desarrolló la realización de la película, con el uso de marionetas en stop-motion?
Desde que probé esta técnica, supe que no la abandonaría jamás porque es una forma de cine encarnado, físico, con luz, aunque conlleva exigencias muy duras, puesto que cuando empezamos a animar, hay que hacer una imagen tras otra y no podemos corregir. Es un poco como un concierto de jazz: hay que dejarse guiar por las imperfecciones. Me gusta ese lado directo, aunque sea muy largo y no podamos hacer más que unos segundos al día. La realización duró tres años. En cualquier caso, son películas que no salen más caras que las de animación por ordenador en 3D y el camino es mucho más divertido para mí y para el equipo. Somos una especie de compañía de teatro, no trabajamos siempre juntos pero al final siempre nos vemos porque el mundo de la stop-motion es pequeñito. Dicho esto, el recorrido de esta película ha sido en ocasiones difícil y, en un momento dado, el asunto de la financiación se hizo crucial y me obligó a decantarme por los planos-secuencia, lo que a la postre ha demostrado ser beneficioso para el film.

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(Traducción del francés)

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