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Sam Garbarski • Director

"Tragicomedia romántica políticamente incorrecta"

por 

- Así es como define su segundo largometraje para el cine este director llegado del mundo de la publicidad. La fórmula recae también en el placer de las mezclas improbables y de las historias agridulces

¿Cómo se aborda un retrato de mujer cuando se es hombre?
Sam Garbarski : Creo que solamente te tienen que gustar las mujeres (risas).

Usted toca temas bastante atrevidos: la sexualidad de una mujer metida en edad, el mundo de los burdeles…
Pero a ver… ¿Por qué una mujer de 50 años debería renunciar al amor o al sexo? Además, a mí me gusta también contar historias que parecen totalmente imposibles pero de manera tan realista que nos lleven a decir finalmente "pero ¿por qué no?". ¿Y por qué no, de hecho, encontrar el amor en lugares donde pensábamos sería impensable, ser amados por personas de cuya existencia no habíamos ni sospechado? Creo que es hermoso. A menudo nos pedían hacer un pitch de este proyecto y nos decían "¿Pero qué historia es esta? ¡Estáis chalados!". Cuando vemos la película, la historia nos parece casi normal. Y todo eso existe, esas pareces, esos sex-shops. También es eso lo interesante: contar una historia en un mundo que es casi inimaginable, del que tenemos prejuicios, pero que, sin embargo, está ahí y que hay humanos en él.

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El tratamiento de la imagen, contribuye también a esta impresión de realidad.
Hemos pensado mucho Christophe Beaucarne (el director de fotografía) y yo. Pasamos tres semanas recortando plano a plano. Hicimos elecciones artísticas que nos ayudaron mucho: trabajar con distancias focales de 40 ó 50 mm para permanecer siempre muy cerca de Maggie, con grandes aperturas para mostrar el contexto pero dejándolo a menudo algo borrosos sin recurrir, sin embargo, a distancias focales largas. Además, la cámara, llevada muy sutilmente durante toda la película, nos permite compartir los latidos del corazón de Maggie. Al revelar un poco el carrete, tenemos una imagen ligeramente sin color, donde los contrastes están ahí, pero son suaves. Los tonos negros permanecen vivos, son realistas y poéticos al mismo tiempo; al menos, eso espero. Hemos trabajado mucho en ese tema.

También ha evitado caer en la trampa de voyeur.
Antes del rodaje, sabíamos que queríamos realizar una película divertida, sutilmente divertida. Y si teníamos que grabar sexo, lo haríamos con pudor y elegancia. Habría sido muy fácil de hacer una comedia pura y dura o caer en lo vulgar. Lo que me gusta de la tragicomedia es justo la poesía del humor. Y el inglés, sea cual sea el nivel sociocultural, cultiva un humor fabuloso sobre la vida. En francés, nos habría faltado esa dimensión, esa sutilidad del humor. Además, no nos habíamos dado cuenta hasta qué punto era divertida la película. Fue en Berlín, cuando oímos a la sala reír a carcajadas o aplaudir en medio de una secuencia, donde fuimos verdaderamente conscientes.

La historia avanza con ligeras variaciones de ensayo en ensayo.
Creo que la película está muy bien escrita, pues fue escrita y reescrita. Al principio, nace de una idea de Philippe Blasband. Luego, a la hora de escribirse, nos dimos cuentas de ciertas dificultades. Sébastien [Delloye], Philippe y yo reescribimos, pues, varias veces el guión en francés. Cuando nos dimos cuenta de que no podríamos realizar este proyecto en versión francesa, que habíamos decidido transportar la historia a un contexto anglófono, llamamos a un guionista inglés. No tradujo el guión, sino que hizo una verdadera adaptación, añadiendo, además, elementos que teníamos ganas de introducir pero que no llegábamos a encajar. Volvimos a reescribir el guión de Martin Herron para pulirlo más. Esta película se ha preparado muchísimo. Nos hemos preocupado de tratar los ensayos en ángulos distintos.

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