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Alexander Kluge • Director

Los sueños son el prototipo del cine

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Alexander Kluge nació en 1932 en Halberstadt. En 1958 fue a Munich para ser abogado, pero pronto se decantó por el cine. Con su primer largometraje, Una muchacha sin historia (Abschied von Gestern, 1966), ganó el Premio del Cine Alemán y el León de Plata en Mostra de Venecia en 1966. Kluge ganaría el León de Oro dos años más tarde por Artistas bajo la carpa de un circo: Desesperados (Artisten in der Zirkuskuppel: Ratlos) y ha demostrado ser un adicto al trabajo sin parangón. Autor y director metódico, Kluge se hizo cargo tanto del guión como de la producción de sus trabajos cinematográficos y fundó Kairos Film, además de ser miembro del legendario Gruppe 47. En 1987, Kluge, junto con la compañía audiovisual japonesa Dentsu, fundó la empresa Development company for television programs (dctp, Compañía para el desarrollo de programas de televisión), con la que creó espacios televisivos para numerosas cadenas de televisión privadas alemanas.

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"El viejo cine ha muerto. Creemos en el nuevo", tal era la frase de conclusión del manifiesto de Oberhausen. Alexander Kluge fue uno de los autores de esta legendaria declaración, que marcó el nacimiento del Nuevo Cine Alemán en 1962. Para Alexander Kluge, el cine está en constante desarrollo, y probablemente sea el único director que aún reflexiona seriamente sobre cómo hacer que los lazos entre Internet y el cine no se limiten a la mera plataforma de venta y distribución.

Este verano trae de nuevo a Kluge a la Mostra de Venecia, donde proyectará cinco programas creados en exclusiva para el festival. Kluge es francamente prolífico haciendo películas y en los últimos años su trabajo ha ganado proyección de manera notable, aunque principalmente en televisión. En News & Stories o Zehn vor 11, experimenta con formatos cortos, películas montadas según asociaciones y largas entrevistas. Crea los programas con dctp, que se encarga del montaje y de la cual posee un 37,5%. Kluge comenta: “he seguido haciendo cine a escondidas en televisión”

El proyecto Lido es el primero para la gran pantalla en años. Kluge y el director de la Mostra, Marco Mueller, se conocieron en Berlín y se pusieron de acuerdo muy rápidamente: “no quiero hacer una retrospectiva y él no quería un festival anticuado. Mueller coordina un poco, por así decir: busca y encuentra títulos como El poder poético de la teoría y a partir de ello, realizo a continuación un programa de cien minutos.”

En estos trabajos se revelan asociaciones únicas entre el pasado y el presente, y aunque las asociaciones de Kluge estén a menudo dispuestas de modo puramente lógico, resulta imposible verlas únicamente como una construcción intelectual. Él también se rebelaría contra esto: “El cine es emoción concentrada; tampoco hay ciencia posible sin emoción.”

Kluge ha encontrado un aliado ideal en el director de la Mostra, Marco Mueller. “El festival más antiguo, Venecia, está a la última en innovación, ésa es la idea fundamental. Edgar Reitz también lo ve así.” Lo que desarrollan él y Reitz, explica Kluge, son, por así decir, formas extremas de la misma idea – la necesidad de liberar el cine de los grilletes autoimpuestos y bastante arbitrarios de los 90 minutos. “El cine de 90 minutos era un opulento modelo europeo que a día de hoy no tiene nada que ver con los principales intereses de este planeta. La gente quiere comprobar durante un minuto si algo le parece interesante y sumergirse después en ello hasta doce horas. Lo que Edgar Reitz hizo con las 52 horas de Heimat es una respuesta a esto, mis películas de un minuto son otra.”

El futuro del cine llegará de una forma u otra. Kluge cree en ello y no ve la televisión e Internet como amenazas, sino más bien como nuevos medios de difusión. “Tengo la certeza de que esta capacidad para montarnos películas en nuestra cabeza, que ha sido el prototipo del cine desde la Edad de Piedra, es la razón por la cual todavía no hemos desaparecido: porque podemos soñar."

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