16/11/2007 - Con su tercera obra Szabolcs Hajdu estuvo seleccionado en la Quincena de los Realizadores de Cannes tras haber sido elegido como mejor director en la Hungarian Film Week 2006

Nacido en el 1976, Szabolcs Hajdu comenzó su carrera a principios de los años 90 como actor. Después estudió la puesta en escena en la universidad de Budapest donde se codeó con la mayoría de los realizadores de la joven generación. Su primer filme Sticky Matters, en el 2000, le valió el Premio de mejor primer filme en el Hungarian Film Week 2001. En el 2003, realizó un segundo largometraje Tamara y es con su tercera obra, White Palms [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Szabolcs Hajdu
ficha de la película] que fue seleccionado en la Quincena de los Realizadores después de haber sido designado mejor realizador en el Hungarian Film Week 2006.

La historia de White Palms es bastante autobiográfica pero al mismo tiempo es también la historia de Hungría. ¿Tuvo la intención desde el principio que este filme va más allá de la historia de un personaje?
Yo no quería hacer la crítica directa de la sociedad. El aspecto más importante era el de permanecer próximo de este personaje central, mirar lo que le sucede, sin rodeos, sin caer en el filme estético. La mayor parte de la acción se sitúa en el pasado, pero yo quería que el filme sea en el presente. Quería que el espectador sienta que es aquí y ahora. Había un peligro inminente de dejarse tentar por la estética retro, tan a la moda en este momento (la Hungría de los años 80 hubiera sido un decoro ideal). No hemos utilizado símbolos esteriotipados, generales (la estrella roja, la estatua de Lenin, las corbatas rojas de los pioneros, etc...) No queríamos que este periodo fuera representado a través de clichés. Creo que los mecanismos de un sistema social son presentes incluso en el más pequeño microcosmo: la familia. La crítica social aparece entonces de manera indirecta en el filme. Se ve un gimnasio, una familia, en la cual se encuentra un condensado de la sociedad; la dictadura es inconscientemente transmitida por los comportamientos. Mi respuesta es sí: el océano se encuentra en una sola gota de agua.

Ud. pertenece a una nueva generación de realizadores húngaros: ¿piensa que se asiste a una "nueva ola" del cine húngaro?
Las críticas cinematográficas reagrupan a los realizadores alrededor de la treintena como haciendo parte de la "nueva ola" húngara. Yo no he tomado distancia en relación a esta situación, pero creo que nuestra generación está al frente de la escena del filme húngaro principalmente por razones historicas y no de talento. Somos la primera generación después del cambio de régimen que tiene la posibilidad de hacer largometrajes. (En 1990, tenia 18 años y mi vida de adulto comenzaba. Tuve que encontrar mi camino en el mundo capitalista, talmente intimidante para la generación de mis padres). Bajo el régimen comunista, la gente de mi generación eran aún niños y adolescentes; nuestros recuerdos de infancia evocan este período. Pasamos a la edad adulta bajo el capitalismo. Esa dualidad nos define y nos determina. Hablamos del pasado de otra manera que nuestros predecesores; nuestra relación al presente es diferente: nuestros dedos palpan las pulsaciones del tiempo que vivimos.

György Pálos ha dicho que esta generación da la espalda a "estética pura" de la generación precedente. ¿Está Ud. de acuerdo?
No estoy seguro de saber lo que Pálos quiso decir, pero pienso que no es necesario buscar las diferencias entre generaciones en distinciones formales, sino más bien en los cambios de comportamiento, que están naturalmente vinculados a la estética. Pienso que es muy importante y muy característico que la nueva generación de cineastas húngaros cuenten sus propias historias. La mayoría de entre nosotros hacen películas de autores. Intentamos evocar un universo personal, preciso y subjetivo: una empresa muy aventurada y frágil. La generación de antes a menudo ha elegido realizar adaptaciones. Conocemos poco muy de sus historias, permanecen escondidas.