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BERLINALE 2013 Competición / Francia

Ulrich Seidl presenta Paradise: Hope en la Berlinale

por 

- La tercera entrega de la trilogía Paradise del director austriaco se proyecta, al igual que sus predecesoras, en la competición oficial de un gran festival

Después del amor artificial de Teresa en las playas de Kenia en Paradise: Love [+lee también:
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 (presentada en competición en Cannes en 2012) y el amor eterno desmitificado de Ana María rompiendo con el Cristo de Paradise: Faith [+lee también:
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 (ganadora del premio especial del jurado en la Mostra de Venecia), llega el turno de Melanie, hija de Teresa, de sufrir el desencanto tras el derrumbamiento de su propia versión del paraíso: la pureza inocente del primer amor en Paradise: Hope [+lee también:
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. El director austriaco Ulrich Seidl pone así el broche a su trilogía en la 63ª Berlinale, donde la película se ha proyectado como parte de la competición por el Oso de Oro.

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Melanie (Melanie Lenz) pasa sus vacaciones en un campamento para adolescentes obesos. En este lugar gris e impersonal convive el control físico y mental del personal del centro con los primeros cigarrillos y las historias de chicos que comparte con su compañera de dormitorio. Así, Melanie, que no deja de ser una cría, se encaprichará de un hombre 40 años mayor que ella; y el doctor (Joseph Lorenz) no se mostrará insensible ante los intentos de la joven, tan francos como torpes, de seducirle.

De las tres protagonistas de la trilogía, Melanie es la única que acaba siendo víctima de manera inocente. Su virginidad amorosa le provoca un dolor sencillo, casi original. Esta primera gran emoción es aplastada por una convención que la prohíbe y que hay que acatar. “Ya no tienes permiso para mirarme o hablar conmigo”, decreta el mismo doctor que ha dado pie a un juego peligroso cuyas consecuencias lamenta. Ante las súplicas y los “¿por qué?” de la niña, tira de convención social: “así son las cosas”. Anteriormente, sin embargo, vimos al hombre internarse en lo más profundo del bosque para alejarse físicamente de esta sociedad, la misma que considera normal un campamento para que los adolescentes adelgacen. En un claro del bosque, el doctor tiende a su víctima dormida para olisquear su cuerpo inmóvil a cuatro patas, como un animal. Melanie no será consciente de este edén, puesto que se encuentra bajo los efectos de un coma etílico.

Es precisamente la inocencia lo que convierte a Paradise: Hope en la entrega más triste de la trilogía. También es la menos provocadora y, probablemente, la menos exigente para el público. Ulrich Seidl y su compañera en el guion, Veronika Franz, se dejan ir con ligereza a la hora de desplegar su dulce ironía al contar el entrenamiento, militar hasta el ridículo, de estos jóvenes. El público sonríe cuando cantan todos de memoria la única canción de la película —“if you’re happy and you know it, clap your fat”—, golpeándose la grasa del cuerpo. A la imagen de las caras demacradas de los coches de choque que abren Paradise: LoveParadise: Hope concluye con la repetición de este himno, fachada de la felicidad. Más allá, el paraíso aún se antoja muy lejano.

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(Traducción del francés)

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