02/09/2013 - El jovencísimo director canadiense sorprende con un thriller psicológico al público de la competición de la 70ª Mostra de Venecia

En su cuarto largometraje y con apenas 24 años de edad, Xavier Dolan vuelve a dar muestras de una gran ambición a la hora de escoger sus temas. Después de una trilogía dedicada al amor imposible, el director de Quebec se aleja de su zona de comfort con Tom à la ferme [+lee también:
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ficha de la película]: adaptación de la obra de Michel Marc Bouchard bajo la forma de un thriller psicológico presentado a concurso en la 70ª Mostra de Venecia.

Dolan interpreta al protagonista, Tom, un joven que trabaja en publicidad y se dirige al campo con motivo del funeral de su compañero sentimental. En la granja familiar, conoce a su madre (Lise Roy) y a su hermano (Pierre-Yves Cardinal), del que jamás había oído hablar. El hermano, taciturno y violento, no tarda en amenazarlo y Tom se ve obligado a mentir acerca de la verdadera naturaleza de su relación con el difunto. Progresivamente, el joven se integra en el medio rural trabajando en la granja y desarrolla una venenosa atracción por el hermano: una relación tan peligrosa como malsana.

Tom à la Ferme se parece desde muchos puntos de vista a L’inconnu du Lac [+lee también:
crítica
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entrevista: Alain Guiraudie
ficha de la película], de Alain Guiraudie.Ambas son películas de género en las que la homosexualidad de los personajes forma parte de la narración. Tom à la ferme es más «seria» y más «convencional», sin duda, pero también hace gala de ambición a la hora de explotar temas difíciles como el síndrome de Estocolmo (igual que Guiraudie) o la homosexualidad reprimida. Xavier Dolan consigue, no obstante, insuflar en el clasicismo de rigor momentos de desequilibrio que bien agradecemos. Hay una escena de tango que sorprende, una respuesta grosera en la mesa que rompe brutalmente el bienestar de la secuencia y contribuye a dotar la historia de cierta imprevisibilidad, buena cosa para una película de suspense.

Tom es un personaje complicado que acaba de experimentar un shock emocional fuerte. Sus reacciones no siempre se comprenden fácilmente y en ocasiones llegan a molestar, sentimiento que a menudo suscita una protagonista de una película de terror, por ejemplo. La identificación con el personaje sigue siendo primordial para que el público lo acompañe en su recorrido y experimente la misma sensación de peligro. Aquí no es permanente. Dolan introduce un personaje femenino (Evelyne Brochu) para ayudarnos a examinar la situación de Tom, al que seguimos desde la primera toma sin comprender muy bien si ya va siendo hora de distanciarse de él. La maniobra es hábil pero se lamenta que el personaje de Sarah se abandone tan rápidamente cuando su función aún no había concluido.

Dolan también está detrás del montaje, en el que se muestra más sobrio que de costumbre. La misma economía de medios se aplica a la banda sonora, que, por una vez, no transforma las escenas en videoclips. Tom à la ferme, coproducción entre Canadá y Francia, no tendrá problemas a la hora de llegar a su público, probablemente no solo en estos territorios. Aunque supone un giro en la carrera de Xavier Dolan, aún falta madurez para convertirse en un clásico del género. No obstante, la cinta reconciliará a Dolan con buena parte de sus detractores, al tiempo que le ha valido una selección en competición en uno de los mayores festivales internacionales. Y ya sabemos cómo valora el joven canadiense este tipo de reconocimientos…

(Traducción del francés)