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CANNES 2014 Semana de la Crítica

Hope: una pizca de amor en un mundo cruel

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- CANNES 2014: Boris Lojkine presenta un emocionante relato de "cinéma vérité" con el desesperado viaje por el norte de África de una nigeriana y un camerunés que sueñan con llegar a Europa

Hope: una pizca de amor en un mundo cruel

La inmigración ilegal es un tema relativamente complicado de tratar de manera original y convincente después de las incontables ocasiones en que hemos visto los periplos que culminan en la frontera entre México y Estados Unidos y otros ejemplos parecidos como la odisea entre Pakistán y Europa de En este mundo, de Michael Winterbottom, o la travesía de La piragua [+lee también:
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, de Moussa Touré. Sin embargo, el director francés Boris Lojkine ha conseguido salir airoso del reto con Hope [+lee también:
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, su segundo largometraje (primero de ficción), presentado en la Semana de la Crítica del 67º Festival de Cannes.

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Apoyándose en su propia experiencia de documentalista, el cineasta retrata con exactitud y una incontestable fuerza la atmósfera cruel en la que se encuentran los dos protagonistas de la historia: la nigeriana Hope (Endurance Newton) y el camerunés Léonard (Justin Wang). En las profundidades del Sahara, donde el segundo se apiada de la primera tras haber sufrido una violación por parte de un policía (mientras sus compañeros proseguían impávidos su camino), y hasta las casas okupa que lindan con la racista Tamanrasset, donde reina la ley de la selva de los ghettos divididos en nacionalidades y administrados por las mafias proxenetas, las circunstancias que rodean a la pareja protagonista los unirán rápidamente con un mínimo de palabras y un máximo de tensión, pues en este mundo en el que nadie regala nada a nadie, uno no cambia impunemente de comunidad y Léonard lamentará muy pronto haber aceptado hacerse cargo de Hope y llevarla al ghetto camerunés. Casado a la fuerza por el líder del lugar (el Chairman, saludado por los hombres al grito de "Potencia"), que le exige un derecho de entrada y de negociación con los nigerianos, Léonard exige la condonación de su deuda vendiendo el cuerpo de Hope al mejor postor. La necesidad lo exige y la pareja improvisa un pequeño negocio de prostitución en el centro de la ciudad antes de huir; sin embargo, el Chairman descubre brutalmente su plan y les obliga a acaparar los beneficios del affaire (20 euros por sesión). Franqueada la frontera marroquí y huidos de la policía, Hope y Léonard (que empiezan a experimentar amor mutuo) caerán esta vez en las redes del ghetto nigeriano en la ciudad costera de Gurugú, a las puertas de España y de su sueño europeo.

Hope es de una autenticidad impresionante y sin concesiones: desde la falsificación de pasaportes hasta la fabricación de billetes falsos, desde la violencia y la criminalidad omnipresentes en la comunidad de inmigrantes y fuera de ella hasta las ceremonias vudús, las predicaciones cristianas o los rezos musulmanes. La cinta, ante todo, presenta una narración puramente cinematográfica de gran calidad que se fundamenta en la sobriedad. Explotando los rostros, las miradas y los silencios, la cámara teje con extrema delicadeza el acercamiento sentimental de los dos protagonistas (dos actores no profesionales pero profundamente carismáticos), lo que constituye todo un reto en un universo tan brutal. El realismo, asombroso y emocionante, que resulta del conjunto nos revela la incontestable promesa que es ahora su director y cumple la que, tras Louise Wimmer [+lee también:
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, fue a su vez su productor, Bruno Nahon (Zadig Films).

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(Traducción del francés)

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