03/10/2014 - La cuarta entrega de la saga, dirigida por Jaume Balagueró, muestra signos de agotamiento y poca originalidad a pesar de su cambio de escenario

En el mes de junio pasado, en una entrevista con Cineuropa, que tuvo lugar con motivo del homenaje que le brindó el certamen madrileño Nocturna, Jaume Balagueró aseguraba que en su nueva película [REC] 4: Apocalipsis [+lee también:
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entrevista: Jaume Balagueró
ficha de la película], que inaugura hoy el Festival de Sitges, “el espectador encontrará, por fin, respuestas a las preguntas que se han planteado durante las otras entregas. Hemos intentado rodar una película que sea un festival del horror y la diversión: adrenalina pura y emoción”. Y el cineasta, que firmó junto a Paco Plaza las dos primeras entregas de la serie, se esfuerza bastante en ese objetivo.

Por eso la cinta -producida, como las anteriores por la catalana Filmax y proyectada hace unos días en Toronto- comienza allí donde acabaron las dos partes iniciales: en el edificio de Barcelona donde se desató el caos, la demencia y el pánico. Pero la cámara ya no es la que maneja un periodista, sino la del director: aquella novedosa manera de narrar (que han practicado luego otros films de éxito) acercaba de manera contundente la trama al espectador, que se sentía muy dentro de aquellos muros infernales. Ahora Balagueró, en busca del espectáculo más total, mueve su objetivo de forma casi histérica de la popa a la proa de un barco en cuarentena a donde -por exigencias del guión escrito por el director junto a Manu Díez- se ha llevado esposada a la reportera Ángela Vidal (Manuela Velasco) y al hombre que la rescató.

El óxido no sólo dominará el espacio, sino también la fotografía y el aire que se respira: se intenta trasladar la claustrofobia del inmueble de la ciudad condal a un enorme buque que, poco a poco, irá sucumbiendo al horror, como el aficionado espera. Pero lo que sucede resultará algo predecible y el factor sorpresa brillará por su ausencia. Tomando como referente las películas de Alien, [REC] 4: Apocalipsis acaba cansando, por mucho que el diseño de producción de la propuesta supere a anteriores fascículos de esta enciclopedia del terror.

Tampoco ayuda a provocar el estremecimiento del espectador la labor de los actores, poco dirigidos: tal vez el realizador ha prestado más atención a la ambientación de ese barco siniestro que a los humanos que van a bordo. Balagueró apenas ha inoculado un poco de humor a través del personaje de María Alfonsa Rosso, cuya desorientación enlaza con la tercer episodio de la franquicia, que -dirigida a solas por Paco Plaza- transcurría en una boda pasada por mucha sangre: aquella película daba un giro maravilloso a la saga al apostar fuerte no sólo por el género gore más desmadrado, sino también al brindarnos momentos incitadores a la carcajada. Eso no sucede en [REC]4: Apocalipsis, y se echa de menos...

Con todo, como bien decía Balagueró en esta web, el cine español de género goza de buena salud y prestigio internacional, y Sitges estos días va a dar buena cuenta de ello con ejemplos como Musarañas [+lee también:
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entrevista: Esteban Roel y Juanfer And…
ficha de la película], producida/presentada por Álex de la Iglesia, y La distancia, de Sergio Caballero. El público del certamen lo podrá comprobar. Y de todo ello iremos informando.