23/10/2014 - La Seminci de Valladolid estrena a nivel mundial esta comedia dirigida por el belga Kadir Balci, que retrata con gracia el choque de culturas, caracteres y etnias

Dentro del drama, la comedia y hasta el terror existe un subgénero que, usando un título de película de Robert Altman, podríamos denominar “Un día de boda”: como ejemplos, en el primer caso tendríamos, más o menos, el brillante capítulo final de la coproducción hispano-argentina Relatos salvajes [+lee también:
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ficha de la película], en el segundo la despendolada Tres bodas de más [+lee también:
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entrevista: Javier Ruiz Caldera
ficha de la película] y en el tercero la muy regada de hemoglobina REC 3 [+lee también:
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ficha de la película]. Ahora se presenta mundialmente en la sección competitiva Punto de Encuentro (que muestra primeras y segundas obras llamativas por su narrativa o temática) de la 59 Semana Internacional de Cine de Valladolid, Marry Me (Trouw met mij!) [+lee también:
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ficha de la película] (leer más), de Kadir Balci, segunda cinta -que ha contado con el apoyo del programa MEDIA- de un cineasta que acostumbra a abordar los conflictos entre culturas, como demostró con Turquaze (2010).

Como en todos los títulos reseñados arriba, la mayor parte del metraje de Marry Me transcurre precisamente durante la celebración de la boda que se anuncia desde el título: el enlace entre Sibel (una chica turca de fuerte carácter, que pasa por segunda vez por el altar, encarnada por la debutante Sirin Zahed) y Jurgen (un flamenco de personalidad más bien contenida, dada su estricta educación, al que da vida Dries De Sutter). El choque se producirá entre sus familias, lastradas con sus bagajes culturales y tradicionales, diametralmente distintos. Porque cuando uno se casa, lo hace también con la parentela del otro...

Así, el agresivo hermano mayor de la novia será el prototipo del cuñado insoportable, erigido aquí en el mayor antagonista del hasta ahora pacífico protagonista. Pero no serán los únicos que se enfrentarán, de modo más o menos civilizado, durante el banquete: las suegras discutirán sobre si el banquete incluye o no carne de cerdo, los fantasmas de los ex novios se materializarán de forma contundente y estar o no circuncidado será una cuestión casi de estado; precisamente esta anécdota da lugar a varios de los momentos más divertidos de esta comedia de tono amable, rodada en su mayoría con cámara en mano (se incluyen incluso tomas domésticas realizadas por el hermano menor de la novia, que quiere estudiar cine y prepara una sorpresa para amenizar el banquete) y poblada de secuencias de baile, jolgorio y alegría.

Balci, con la complicidad del guionista, novelista y hombre de cine Jean-Claude van Rijckeghem (Oxygen [+lee también:
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ficha de la película] y Moscow, Belgium [+lee también:
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ficha de la película]), no carga nunca las tintas y emplea un tono festivo y positivo, aunque el plano final deja cierto regusto inquietante. De este modo, la película se ve con agrado y seguramente sea premiada por el público de los festivales a los que concurra, pues resulta extremadamente fácil identificarse con los personajes (muchos de ellos encarnados por actores no profesionales) de esta cinta que nos recuerda el poder tremendo que tiene sobre el humano su familia, capaz de censurarte un beso en los labios a tu chico en público... incluso después de haber pronunciado ya el “¡Sí, quiero!”.