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ESTOCOLMO 2015

Tikkun: la naturaleza de la fe y el deseo

por 

- El film —minimalista y enigmático— de Avishai Sivan trata de un estudiante de una escuela talmúdica en Jerusalén, alienado por el rigor de los ritos ortodoxos que gobiernan su vida

Tikkun: la naturaleza de la fe y el deseo

Un joven estudiante judío ortodoxo, Haim Aaron (Aharon Traitel), hijo primogénito de un carnicero kosher (Khalifa Natour) y su mujer (Riki Blich), vive en Jerusalén; su talento y devoción causan la envidia de toda la comunidad jasídica —rama del judaísmo que considera el misticismo como el elemento fundamental de la fe—. Una noche, en la casa donde vive la familia, el joven se cae en la ducha mientras medita sobre la masturbación, perdiendo el conocimiento. Tras 40 minutos intentando reanimarlo, los paramédicos le dan por muerto, pero su padre interviene e insiste en seguir intentándolo, hasta que, milagrosamente, Haim Aaron vuelve a la vida. Sin embargo, tras su aparente resurreccion, el joven ha cambiado, tanto física como espiritualmente. Su comportamiento se vuelve más excéntrico: mientras que antes nutría disciplinadamente su intelecto e ignoraba su cuerpo, ahora se muestra apático hacia sus estudios talmúdicos, quedándose dormido en clase con frecuencia. Además, anuncia a su familia su decisión de no comer carne, lo cual supone una afrenta, sobre todo por la profesión de su padre; Haim también empieza a experimentar un impredecible despertar corporal, y se lanza a explorar sus deseos sexuales. No pudiendo descansar por la noche, vaga en secreto por las calles, montándose en el coche de desconocidos. Tras darse cuenta del cambio en el comportamiento del joven, al padre le atormenta la idea de haber actuado en contra de la voluntad de Dios cuando resucitó a su hijo. 

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, de Avishai Sivan, recibió el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Jerusalén, así como el premio especial del jurado en el Festival Internacional de Cine de Locarno. Es por ello que esta inusual historia iniciática ambientada en una comunidad judía ultraortodoxa ha despertado un enorme interés por parte de otras muestras, como el Festival Internacional de Cine de Estocolmo, en cuya sección oficial compite la cinta.

Filmada con una estética sublime e ingeniosa —blanco y negro, contraste alto—, este misterio alegórico y minimalista sobre los caprichos del Viejo Testamento nos acerca al interior del ser humano cuando pasa por una crisis de fe. La trama —enigmática— lleva nuestra mirada a lo alto, a la busca del ámbito espiritual en el que intersecan la religión, la identidad y el deseo sexual. La forma del film —sobre todo la mirada tranquila que imponen los planos fijos con poco o ningún diálogo— pone de relieve las zonas grises (hablando tanto moral como logísticamente) en las que un padre formidable, a causa de un acto espontáneo de amor hacia su hijo, pondera si ha destruido el orden natural del mundo. Este poderoso relato de un viaje desde la devoción a la duda desemboca en un crescendo de eventos surrealistas que se suceden contra el fondo de una densa bruma nocturna, en la que se oculta la voluntad de Dios. En definitiva, la cinta es un estudio, tanto cinematográfico como filosófico, de una pesadilla que hunde sus raíces en la propia naturaleza de la fe: una narrativa que se aproxima al cogollo mismo de nuestra existencia.

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(Traducción del inglés)

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