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RÓTERDAM 2016

Esa sensación: hacia el desconcierto a través del humor

por 

- Juan Cavestany, Julián Génisson y Pablo Hernando unen sus miradas inclasificables en esta muy libre película de historias (surrealistas) cruzadas, que divierte tanto como extraña

Esa sensación: hacia el desconcierto a través del humor
Carmela Lloret en Esa sensación

Juan Cavestany, que empezó realizando junto a Enrique López-Lavigne Borjamari y Pocholo, se ha ido alejando de convencionalismos con una filmografía de difícil etiquetado, como demuestran Dispongo de barcos [+lee también:
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 –o cómo conseguir rodar una película independiente y barata, con una cámara de vídeo doméstica, pero con el mejor elenco del cine español: Maribel Verdú, Eduard Fernández y Alberto San Juan eran sólo tres de los muchos actores famosos que se pusieron en sus manos para retratar el desconcierto, el absurdo y la desorientación de nuestro tiempo–.

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Con el mismo espíritu kamikaze, la libertad por bandera y el anhelo de transmitir historias tan personales como fuera de toda norma, Cavestany orquestó el verano pasado Esa sensación [+lee también:
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(leer más). Para que la dirigieran también reclutó a Julián Génisson (actor, guionista y director, miembro del grupo Canódromo Abandonado) y Pablo Hernando (que presentó en el último festival de Sevilla su atípico thriller Berserker [+lee también:
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); cada uno tenía independencia para filmar lo que quisiera, con sólo una premisa: provocar sensaciones nuevas, variopintas y, a la vez, complementarias.

Y el resultado desembarca en el Festival de Róterdam como inicio de una temporada repleta de citas festivaleras, dispuesto a provocar lo prometido a través de sus tramas alternadas. En la que dirige Cavestany, un extraño virus contagia a sus personajes que, de repente, dicen cosas incongruentes, fuera de lugar y sin venir a cuento: el absurdo campando a sus anchas, seguido del desconcierto. Pablo Hernando nos recuerda el sinsentido –o no tanto- del deseo a través de una mujer que se enamora perdidamente de un parquímetro: lo besa, lo acaricia y frota su cuerpo contra su metálica estructura; pero como esa pasión es imposible -o la necesidad de cambiar de amante demuestra lo voluble que somos- la mujer sentirá a continuación el flechazo por otros elementos urbanos, como una rotonda o un puente. Y Génisson escruta los insondables caminos de la fe cuando un joven descubre que su padre le miente, empieza a seguirle y acaba viéndole dentro de una iglesia: cuando habla con él, la duda se apoderará de sus propias convicciones como nunca había sospechado.

Relaciones sociales, afectivas y espirituales son, pues, el trípode sobre el que se sostiene Esa sensación, una película con tres discursos en principio inconexos que logran unificarse por ese espíritu iconoclasta y atrevido que destilan sus imágenes, unas más nerviosas, otras más contemplativas, pero todas enlazadas por un argumento que bascula entre la filosofía, lo estrambótico y el asombro. Porque el film acaba provocando una mezcla alucinada de alegría, extrañeza y reflexión, un híbrido de emociones que seguramente no hubiera logrado un solo director, pero que estos tres cineastas consiguen enhebrando sus universos únicos, gamberros y sin corsés, siempre en busca de nuevas maneras de hacer eso tan complejo que denominamos una película.

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