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RÓTERDAM 2016

Oleg y las raras artes: inmersión en la sensibilidad más extrema

por 

- En su nuevo documental, Andrés Duque nos regala el retrato creativo del genial músico ruso Oleg Karavaychuk

Oleg y las raras artes: inmersión en la sensibilidad más extrema
Oleg Karavaychuk en Oleg y las raras artes

El cine español más alternativo se rasgó las vestiduras cuando hace meses Lluis Miñarro, productor de cineastas tan arriesgados como Albert Serra y José Luis Guerín, anunció que, estrangulado por la crisis del sector, cerraba su productora Eddie Saeta. Ya podemos secar aquellas lágrimas porque el catalán vuelve, y a lo grande: en su esencia más radical, como productor asociado de este documental que se presenta en el Festival de Róterdam: Oleg y las raras artes [+lee también:
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, dirigido por Andrés Duque, venezolano afincado en Barcelona, conocido tanto en museos como en festivales, que hace años se fascinó con otro artista de sensibilidad exquisita: Iván Zulueta, epicentro admirado de su film Iván Z.

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“Es un retrato no biográfico: gira más en torno al proceso creativo de un artista, donde la palabra y la música conforman el punto de vista. Planos secuencias largos para observarle explicarse a sí mismo”, así definía Duque a este cronista la esencia de su nuevo trabajo. Y la contemplación del mismo lo confirma: planos amplios y estáticos, en los que vemos al músico y compositor ruso Oleg Karavaychuk inmerso en el arte, dentro del museo/palacio Hermitage, un escenario rebosante de belleza donde toca el piano del zar, sumergido como un bebé en el líquido amniótico de su ilimitada sensibilidad y libertad creativa. Oleg es un hombre pequeño, delgado, vestido como salido de la máquina del tiempo, que apenas abre los ojos cuando habla, pero cuyas manos aún conservan una alucinante agilidad, como los escasos primeros planos de la cámara de Duque nos señala.

Oleg, como retrata el cineasta, es un hombre poseído por la belleza: cuando toca el piano, se inclina hacia los lados como si estuviera en trance, y cuando habla, directamente al objetivo de la cámara o al propio director situado fuera de campo, recordando el rostro de las niñas de la nobleza rusa o explicando qué es una “melodía incómoda”, transmite una poderosa virtud hipnótica.

A sus 89 años, Oleg sigue viviendo en una casa repleta de libros polvorientos y cuadernos de notas caóticas, en un bosque de artistas reclutados por Stalin: en sus lugares domésticos, la cámara de Duque rompe con la planificación previa y se acerca -más tambaleante- a su escueta figura, siguiéndole en su paseo por el jardín, donde se encontraba un abeto que él amaba pero un maldito vecino taló, y le filma cuando, ensimismado, toca un instrumento invisible, pues dice el anciano y sabio artista que sus manos se mueven solas, libres y, a la vez, esclavas de esa continua búsqueda de lo bello.

Oleg y las raras artes es, pues, una fascinante incursión en el universo personal, mental y creativo de un artista único, rodada entre 2014 y 2015 en San Petersburgo para capturar la esencia, tan difícil de atrapar, de alguien que respira, piensa y siente sólo arte. Presentado en la sección Voices del festival de Róterdam 2016, este documental ha sido producido, además de Miñarro, por las compañías Intropíamedia y Estudi Playtime. De su distribución en España se ocupa Márgenes Distribución, que también está detrás de otro film español –poco ortodoxo– presente en este certamen: Esa sensación [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Juan Cavestany
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