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PELÍCULAS Bélgica

Parasol, dulces errantes

por 

- Valery Rosier, que ya destacó con Dimanches y Silence Radio, continúa labrándose un camino en el ámbito de un cine que se niega a elegir entre documental y ficción

Parasol, dulces errantes

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, de Valery Rosier, sigue las alegres andanzas de tres personajes a los que no une nada, salvo su soledad y su lucha por crear contacto a cualquier precio. Annie, una jubilada belga, pasa las vacaciones sola en Mallorca. Persigue a un enamorado remoto con el que habla a través de Internet, pero que se escaquea desde que decidieron encontrarse más allá de la pantalla. Alfie, un joven inglés que está de vacaciones con su familia en la isla, busca integrarse para poner fin a su soledad, pero le cuesta encontrar buenos compañeros de viaje. Por último, Pere, que conduce el tren turístico local, intenta recuperar los vínculos que probablemente un día lo unían a su hija.

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Parasol evoca, por algunos aspectos, las películas realizadas en el marco de la emisión Strip-Tease, que ha redefinido un cierto enfoque documental del día a día. Se acompaña a los personajes en su existencia, a pesar de todo banal, en momentos cotidianos y anodinos de la vida, incluso triviales: un tipo de inmersión en lo real que parece rodear lo espectacular, interesarse por los momentos vacíos. Un dispositivo cuyo riesgo inmanente consiste en caer en un cierto voyeurismo, incluso en una cierta superioridad. Nada de eso ocurre en Parasol, y es probablemente su fuerza, donde el prisma de la ficción, al hacer de los protagonistas de la película intérpretes de sus destinos (incluso si aquí hay que vérselas precisamente con los cómicos aficionados), lo que les otorga una especie de autoridad y sitúa al director —y al espectador— a la distancia adecuada. Parasol se interesa por los personajes en pleno vagabundeo, que con dificultad buscan su lugar, paralizados de soledad y dispuestos a mucho para (re)crear los vínculos inexistentes o deteriorados por la vida. Sus destinos contrariados y melancólicos se observan con cierto humor, incluso con una pizca de ironía por parte del director, quien sin embargo consigue conservar el afecto y la benevolencia indispensables para no transformar a los protagonistas en payasos de circo, en personajes del pequeño teatro de la crueldad humana.

Parasol es el primer largometraje de ficción de Rosier y el segundo tras Préjudice [+lee también:
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, que salió hace unos meses, del productor Benoît Roland para la compañía Wrong Men, de la que se destaca la audacia y el compromiso artístico sólido. Be For Films la vendió al extranjero y es Cinéart el que apuesta por la película en Bélgica al estrenarla esta semana en media docena de salas.   

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(Traducción del francés)

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