Las historias del Universale fueron las historias de su público
por Camillo De Marco
- La ópera prima del documentalista Federico Micali llega a los cines italianos el 14 de abril. Se trata de una comedia sobre el mítico cine de Florencia que reúne las historias de todo un país
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ficha de la película], seleccionada a concurso en el Bif&st y estrenada próximamente en los cines transalpinos, concretamente el 14 de abril, no es una película basada en los recuerdos personales sino en la reelaboración cinematográfica de un mito local sobre un lugar que realmente existió. El Cinema Universale, en efecto, estuvo en actividad en los años 70 en el barrio obrero del Pignone, a medio camino entre la periferia y el centro de Florencia. El director Federico Micali, de la añada 1971, ha querido hacer revivir en forma de comedia el retrato de aquello mismo que ya le sirvió de inspiración para dedicarle un documental hace algunos años.
En el Universale, el espectador constituía el espectáculo. Para ejemplificar el concepto, la película arranca con uno de sus episodios más significativos: la irrupción en la sala, durante la proyección de Easy Rider, de una vespa de los años 50 conducida por un personaje al que jamás identificaron; el encariñado y ciertamente colorido público del Universale fumaba hachís y marihuana, se magreaba, bailaba si estaba viendo un musical y cantaba “Bandiera rossa” si se trataba de un film político. Cualquier cosa con tal de comportarse adecuadamente al ver cine. Lo que no significa que no le gustara. Cuando un cuidadoso programador (Paolo Hendel) dice “basta” a las películas de aventuras y a los westerns y se decanta por Godard, Kurosawa y Bertolucci, el público del Universale responde, aprecia y, de hecho, se vuelve más rico y presente. Se vuelve un público “d’essai”.
En esta verdad histórica, a caballo entre el mito y la poesía, Federico Micali injerta los destinos de tres amigos en el arco de más de una década: Tommaso, hijo del proyeccionista, (Francesco Turbanti, I primi della lista [+lee también:
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ficha de la película]) Alice (Matilda Lutz, L’estate addosso) y Marcello (Robin Mugnaini, Tutti i santi giorni [+lee también:
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ficha de la película]). En sus historias, que son tan privadas como colectivas y que giran siempre en torno a la sala, se reflejan las vicisitudes históricas de toda Italia: la evolución de las costumbres, la política (en años de dura luchas sociales y terrorismo) y hasta la música: desde John Wayne hasta el Marlon Brando de Último tango en París, la heroína, el punk y la new wave, las radios libres, el secuestro de Aldo Moro... L’Universale constituye, por tanto, un hilarante homenaje al cine de autor y a las propias salas, punto de encuentro absoluto para un par de generaciones, y a toda una época, la de los años 70, llena de contradicciones pero riquísima en cuestión de fermentos artísticos y culturales, pasiones fuertes y emociones.
A los jóvenes protagonistas los acompaña un reparto en el que figuran, entre otros, Claudio Bigagli (el proyeccionista), el viñetista Vauro Senesi (el comunista de hierro padre de Marcello), Roberto Gioffrè (la máscara silenciosa), Maurizio Lombardi, Anna Meacci, Margherita Vicario.
La ópera prima de Micali la escribieron Cosimo Calamini y Heidrun Schleef, guionista para autores de la talla de Nanni Moretti, Mimmo Calopresti o Gabriele Muccino. Distribuirá la cinta L’occhio e la luna con el apoyo de Lo Scrittoio.
(Traducción del italiano)
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