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CANNES 2016 Un Certain Regard

La bailarina: Loïe Fuller, de diamante bruto a gema brillante y resplandeciente

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- CANNES 2016: Stéphanie Di Giusto nos hace vivir en su primer largometraje una experiencia reveladora con una habilidad sorprendente

La bailarina: Loïe Fuller, de diamante bruto a gema brillante y resplandeciente
Soko in The Dancer

Si no hubiera aparecido el pequeño símbolo de la Cámara de Oro en el programa de Un Certain Regard del Festival de Cannes, nos habría costado creer que La bailarina [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, la película de Stéphanie Di Giusto, es su primer largometraje. Y no solamente por el conjunto de actores brillantes con quien ha trabajado.

A pesar de que el prólogo americano de la película es bastante rudo y muy poco atractivo, igual que la heroína de la película, Marie-Louise (aka Loïe) Fuller (Soko), que se convierte en un “icono de la Belle Époque” utilizado por Rodin, Toulouse-Lautrec y también por Pierre y Marie Curie, por citar  solo a unos pocos, se distingue algo de gracia en la relación que esta chica, a quien acabamos de conocer y que ha sido arrastrada por los suelos, mantiene con su padre. Lo  mismo ocurre cuando lee en voz alta la atractiva historia de Salomé y cuando dibuja, sentada en la hierba salvaje, páginas y páginas  de bocetos. La elegancia de la elipse visual de la escena en la que la chica descubre el cuerpo sin vida de su querido padre es la primera señal rotunda que nos confirma que esta directora tiene un dominio total de su película y de la puesta en escena. Sobre todo porque este asombroso pudor tiene cierto mimetismo con el comportamiento de la protagonista. 

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Esta gema sin pulir, a quien nos cuesta tomarle cariño al principio, y quien parece aceptar ser humillada sin ceder ni un ápice a todo lo que concierne sus creaciones, que más parecen caprichos, tan hermética es su obstinación, podrá por fin brillar cuando esté al otro lado del Atlántico, en París. El extraño baile, creado a partir de un gesto atolondrado, donde ligeras gasas son agitadas con fuerza por los fuertes brazos de Loïe, a veces como ave de paraíso, a veces como una preciosa corola de flor, se deja ver por fin en esta ciudad vanguardista y desbordante de arte, con el reconocimiento merecido del público y de los espectadores de la época. Público de hecho, que está totalmente asombrado puesto que asiste al sacrificio físico de la artista,  quien ofrece a los espectadores una serie de números artísticos tan brillantes que les quema literalmente la mirada, tal es la iluminación del escenario. La artista trabaja sin descanso para lograr los mejores resultados del progreso técnico de la era industrial, con una intransigencia de artista, inventando nuevos dispositivos que va a patentar tal una directiva de una empresa, en una época en la que muy pocas mujeres ocupaban ese lugar (¡y mucho menos las bailarinas!). Igual que el público que asistía a los espectáculos de Loïe Fuller, también nosotros  estamos asistiendo aquí a algo único, extraordinario y completamente innovador, sobre todo porque los números de Fuller nunca se grabaron.

La gran cualidad de esta película biográfica, con una realización perfecta, fruto de una documentación muy meticulosa, es que, justamente, al conocer Di Giusto perfectamente el tema del que habla, no ha querido contentarse realizando una presentación sobre Loïe Fuller tipo: “su vida, su trabajo”. Di Giusto ha preferido tomar partido y evocar, sin mucho insistir, la homosexualidad de la robusta bailarina, a través del personaje de su ayudante, interpretado por Mélanie Thierry, la amistad casta y sensual con el impotente Louis Dorsay (Gaspard Ulliel) y la ambigüa relación de atracción y rivalidad con la exquisita y traicionera Isadora Duncan (Lily-Rose Depp), para quien la danza es algo natural que no le cuesta ningún esfuerzo y que exalta el cuerpo. Es decir, todo lo contrario al baile que practica Loïe. La directora honra con elegancia las palabras que Mallarmé dedicó a Fuller: “Arte embriagador y, al mismo tiempo, realización industrial”.

La bailarina, vendida internacionalmente por Wild Bunch, es un trabajo inteligente, bien documentado, de factura impecable, un viaje maravilloso para el espectador.

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(Traducción del francés por Ainhoa Jauregui)

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