21/02/2018 - BERLÍN 2018: La nueva cinta de Árpád Bogdán es una película audaz y sorprendente que logra sumergir al espectador pero a la que le cuesta lograr claridad en algunas partes de su historia

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ficha de la película], la segunda película del director húngaro Árpád Bogdán tras su primera obra Happy New Life [+lee también:
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ficha de la película] (2007), se basa en un incidente ocurrido en 2009 donde un grupo de neonazis atacaron un pueblo romaní con bombas molotov, perros de pelea y rifles de caza. Dividida en tres partes que se centran en tres personajes conectados al ataque en diferentes formas, es una sólida experiencia sensorial que, por un lado sumerge al espectador en su atmósfera, pero por otro no logra mantener el equilibrio a nivel narrativo. La cinta se estrenó mundialmente en la sección Panorama de Berlinale.

El primer capítulo es el más fuerte, y lleva el nombre de un niño romaní llamado Ricsi (Milán Csordás) cuyo padre acaba de ser sentenciado a dos año de prisión. Bogdán nos otorga una imagen vívida y palpitante de la vida en un asentamiento romaní desde la perspectiva del niño, completa con escenas de matanzas de cerdos y su venta, basura quemada, una partida de fútbol en una cancha improvisada rodeada de ovejas... Hasta que el pueblo es atacado y Ricsi, aunque lo golpea un perdigón, logra escaparse mientras a su madre la asesinan.

Ricsi termina en la casa de sus abuelos y está convencido que la aldea fue atacada por un guardabosques de quien ya había escuchado historias de miedo; por eso en la mente del niño, él es el responsable. En una de las escenas más poderosas de la película, Ricsi deja de pensar en una venganza después de ver al hombre con su familia.

El segundo capítulo se centra en Virag (Eniko Anna Illesi), una adolescente que practica tiro con arco y con gran afinidad por los perros, a los que le gusta visitar en las perreras a cargo de Mihaly (Tamas Ravasz). El mismo Mihaly, un joven con un pasado turbulento y sospechoso, resultará ser uno de los atacantes de la aldea romaní. 

La última parte, y la menos clara en su narración, se enfoca en Hanna (Anna Marie Cseh), una joven abogada que debe defender a Mihaly. Las tres partes se ven finalmente conectadas cuando a Ricsi se le cita para dar testimonio en el juicio.

La estrategia de Bogdán como director apunta a sumergir al público en el universo de la película, y en este aspecto lo logra completamente. La cámara de mano de Tamas Dobos se acerca a los protagonistas con frecuencia, y en algunas escenas cruciales, hace maravillas con los cambios de enfoque, mientras que en secuencias diseñadas para acercarnos al estado de ánimo de los personajes, opta por detalles como las gotas de agua en el cuerpo de Virag en la bañera, o las lágrimas de Hanna. 

El trabajo del diseñador de sonido, Gábor Császár, es la otra herramienta de apoyo, y quizás la más eficaz, para llevar a cabo la visión del director. Particularmente al hacer un uso imaginativo de los problemas auditivos de Virag, además de los paisajes sonoros impresionistas y subjetivos que rodean a Ricsi y Hanna. Los arreglos orquestales creados por el compositor de Bela Tarr, Mihály Víg, son sumamente melancólicos y hasta llegan a rozar lo sensiblero.

Desafortunadamente, la complejidad de las personalidades de Virag y Hanna y sus pasados no se desarrollan tan convincentemente o claramente como con Ricsi. Es por eso que, aunque nos podemos hacer una idea de lo que las impulsa, también nos quedamos con cuestiones sin resolver que no nos permiten adentrarnos en la experiencia fílmica del segundo y el tercer capítulo. Sin embargo, no deja de ser una obra cinematográficamente impresionante que indudablemente permanece con el espectador.

Genesis es una coproducción de las compañías húngaras Mirage Film y FocusFox, y los derechos internacionales le pertenecen a HNFF World Sales.

(Traducción del inglés por Natalia Ramos)