email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

PELÍCULAS España / Estados Unidos / Islandia

La Chana: una vida pateando el suelo

por 

- Lucija Stojevic firma un fascinante documental sobre la vida de la legendaria bailaora, la Chana, coproducido por empresas islandesas, españolas y estadounidenses

La Chana: una vida pateando el suelo

La pequeña niña de etnia gitana, Antonia Santiago Amador, nacida en Barcelona en 1946, no tuvo oportunidad de ir a la escuela. En su lugar, creció en las calles, ganándose la vida con pequeños trabajos esporádicos. Desde pequeña, en su cabeza sonaban melodías y compases de panderetas. Desde entonces, está poseída por el ritmo. Nuestra chica autodidacta comienza a bailar en secreto. De manera instintiva, comienza a ejecutar los ritmos flamencos más difíciles, da igual que se trate de una fiesta, o que suenen en la radio. Escucha con atención, no falla ni un solo movimiento. Ensaya sin parar con sus zapatillas de andar por casa. Es su tío Chano, un guitarrista profesional, quien la inspira para tomar su nombre artístico. Él reconoce de inmediato el talento de su sobrina y decide echarle una mano, para decepción de su familia. Las buenas chicas no bailan.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

La Chana es deslumbrante, imponente, no se puede negar. Sin embargo, la artista tiene dos caras, y esta dualidad es la que reside en el corazón del documental de la joven croata, Lucija Stojevic: La Chana [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
. Tras una exitosa campaña de crowdfunding, la directora comienza a seguir la vida (o vidas) de la diva. Este es un documental que se mueve entre el entonces y el ahora, entre los reportajes actuales y las fotos de archivo, entre los primeros pasos de una joven Antonia y su movilidad reducida hoy por la edad, todos esos años de frenéticos zapateados que han acabado superándola. El largometraje muestra a la Chana, hermosa, exuberante, tan sensual como siempre, con rosas en su pelo, los labios pintados, con pendientes de oro… Y a Antonia, la esposa sumisa, anulada emocionalmente por su primer marido. Todo ello con una narración que oscila entre melodías agitadas y silencios.

Su presencia nos deja sin palabras, petrificados. Esperamos con ansiedad. ¿Cuándo parará?, ¿cuándo? Tatatata. La Chana baila y el tiempo se detiene, está poseída por el demonio del baile; sus extremidades, cautivadoras, golpean el suelo. Nuestra heroína baila el flamenco desde el fondo del alma y le sirve de para liberarse de su opresión. Vivirá dos momentos de gloria: el primero entre 1966 y 1979 y un segundo entre 1985 y 1991. Entre estos dos periodos, se toma un descanso necesario relacionado con su corazón.

Lucija Stojevic no nos muestra solo a la Chana, sino también a Antonia, la madre, la abuela y la esposa, todo a la vez. Una estrella pendiente del más mínimo detalle en una actuación, pero también a la anciana que ve la televisión mientras se estira en su sofá y su fiel compañero se acurruca en su regazo. El foco del documental se centra en la vida y carrera de la bailaora, pero no acaba ahí. Cuando la directora filma a la artista, plantea también la cuestión del reconocimiento artístico y la transmisión del arte. El documental acaba con la imagen de la Chana subiendo a un escenario y actuando, esta vez sentada, rodeada de sus músicos. Por última vez, vuelve a ejecutar el ritmo: tacón, punta, tacón, punta, tacón, punta.

Este largometraje, producido por Stojevic Company, Noon Films (España), Bless Bless Films (EE.UU.) y financiada por el Icelandic Film Centre entre otros, fue presentada en el International Documentary Film Festival Amsterdam y ya se ha proyectado en varios festivales de Europa.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del francés por Miguel Ángel Martínez Gutiérrez)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy