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CANNES 2018 Competición

Crítica: En guerre

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- CANNES 2018: Stéphane Brizé consigue una película impactante, apasionante y excepcional en su realismo sobre la lucha de unos obreros amenazados por el cierre de su fábrica

Crítica: En guerre
Vincent Lindon en En guerre

"Quien lucha puede perder; quien no lucha ya ha perdido". Con esta cita de Bertolt Brecht arranca En guerre [+lee también:
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, el nuevo trabajo de Stéphane Brizé, presentado a concurso en el 71ºfestival de Cannes. El cineasta nos sumerge, en efecto, en pleno corazón de una batalla vital, en el choque violento de la realidad de las existencias humanas y de la doxa económica mundial de la rentabilidad, con su desfile de deslocalizaciones y planes sociales.

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El respeto a la palabra dada es lo que reclaman a su jefe, durante una reunión de lo más tensa, los representantes sindicales de la fábrica de Agén de Perrin Industrie, filial de un grupo alemán de subcontratación automóvil. La decisión de cerrar la fábrica deja en papel mojado el acuerdo que los 1.100 asalariados habían firmado hace dos años, según el cual aceptaban trabajar 40 horas a cambio del sueldo correspondiente a 35 y la supresión de sus respectivas primas. Aquel acuerdo se firmó con el propósito de preservar el empelo durante al menos cinco años. La dirección ahora se opone a ello blandiendo "la realidad del mercado" y "un entorno hostil". El sindicalista Laurent Amédéo (un Vincent Lindon como siempre perfecto en su papel de "hombre del pueblo") y sus colegas niegan por completo esa visión y señalan los beneficios de la empresa, los objetivos desmesurados, los dividendos récord cosechados por los accionistas, el salario faraónico del director ejecutivo, las mentiras y la traición. La oposición frontal ganará en intensidad durante los meses siguientes: ocupación de la fábrica, recurso judicial contra la legalidad del plan social, manifestaciones, llamamiento al presidente del país (que delega como árbitro a su consejero social), golpes mediáticos con las fuerzas del orden bien cerquita siempre, reuniones sindicales más o menos turbulentas y encuentros no menos agitados con la dirección francesa del grupo para implicar al responsable mundial alemán de la empresa y encontrar alguna salida favorable. Todo esto se desarrolla con la energía de la desesperación de una región con el empleo en caída libre, con la fuerza de la solidaridad (y los riesgos de la división) y la fe de hierro en la posibilidad de lograr la victoria moral.

Uno de los grandes talentos incontestables de Stéphane Brizé es su capacidad para restituir a la perfección bajo la forma de ficción novelesca lo que bien podría ser carne de documental. Ese sorprendente realismo ya lo vimos en La ley del mercado [+lee también:
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; con En guerre adquiere una dimensión épica, con esas escenas multitudinarias (que alterna con reuniones restringidas de enfrentamiento táctico entre los representantes de los asalariados y los poderes económicos y estatales), sin ceder por ello un ápice de terreno en la expresión de lo humano a través de la emoción de los rostros y el impacto de palabras sencillas. La película gana en poderío a medida que avanza y saca lo mejor de la justeza de su reparto (Lindon está rodeado de actores no profesionales), de las cámara giradora de Eric Dumont y del relevante uso de la música compuesta por Bertrand Blessing. El cineasta también ha recreado reportajes televisados que puntúan la narración y que dan un caché absolutamente contemporáneo a una película que sigue la estela del mejor cine de compromiso social sin caer en el maniqueísmo (todos y cada uno de los actores tiene sus razones), opr muy claro que resulte que el director se inclina a favor del individuo y del trabajo frente a las derivas destructoras de la lógica del capital.

En guerre es una producción de Nord-Ouest Films. Su agente de ventas internacionales es mk2 Films.

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(Traducción del francés)

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