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LOCARNO 2018 Competición

Crítica: Tarde para morir joven

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- LOCARNO 2018: Dominga Sotomayor estrena a escala mundial en la competición internacional del festival de cine de Locarno su segundo largometraje

Crítica: Tarde para morir joven

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, seleccionado para competir por el Leopardo de Oro del festival de cine de Locarno, es el segundo largometraje de la directora chilena Dominga Sotomayor, formada en la Universidad Católica de Chile y en la ESCAC de Barcelona. Su primer largometraje, De jueves a domingo (2012), lo desarrolló durante su residencia en la Cinéfondation de Cannes y le valió a la postre el prestigioso Tiger Award del festival internacional de cine de Róterdam.

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Fiel a sus anteriores trabajos, Dominga Sotomayor nos regala un film grandioso en su sencillez, una película capaz de observar las situaciones aparentemente banales de la vida cotidiana con esa insistencia necesaria que las vuelve intrigantes. Su mirada, curiosa pero no intrusiva, perfora en las alegrías y los tormentos de la adolescencia para extraer su esencia, esa sensación de incertidumbre y de excitación que nace de un periodo por sí solo inabarcable.

Tarde para morir joven cuenta la historia o, mejor dicho, un momento preciso de esa misma historia, el verano de 1990, de un grupo de personas que, nada más terminar la dictadura en Chile, decidieron construir su pequeña comunidad autosuficiente a los pies de los Andes. Lejos de los excesos de la ciudad pero no por ello transformados en una secta intransigente, los miembros de este pequeño grupo que retrata Sotomayor sacan adelante su utopía con obstinación, alegría y dudas. Si bien el colectivo es el verdadero protagonista de la cinta, ésta se concentra particularmente en el día a día de tres personajes: Sofía y Lucas, de dieciséis años de edad cada uno, y la pequeña Clara.

Aunque pudiéramos definir Tarde para morir joven como un “coming-of-age film”, las personas involucradas en este momento de transición no son solo Sofía y Lucas sino también la sociedad chilena en su conjunto, enfrentada a una libertad por fin palpable. Sin entrar nunca en detalles de un periodo histórico que permanece, a pesar de todo, presente en el aire, la directora desarrolla en paralelo el crecimiento de los adolescentes, de los niños y de los adultos, haciendo hincapié en la sabiduría de los primeros y la contagiosa locura de los segundos en mitad de una extraña melancolía reinante. Esa sensación nace de la necesidad de dejar atrás el pasado sin saber qué nos depara el futuro. La necesidad de crecer en un ideal cuando aún nos atrae la comodidad de la ciudad, las ganas de amar sin saber realmente cómo se hace. 

Tarde para morir joven se nutre de este momento de suspense que es la adolescencia, de este paréntesis, de la incertidumbre que emana entre los sentimientos de sus protagonistas, incapaces de esconder emociones que todavía no saben etiquetar. Delicada y valiente, Tarde para morir joven evita el sensacionalismo avanzando al paso de sus protagonistas: ligera e incierta, a caballo entre pasado y presente, masculina y femenina, interna y externa. 

¿Cómo se crece en un periodo de cambios tan profundos? ¿Cómo hacer que la vulnerabilidad de un mundo aparentemente idílico no se transforme en algo absurdo? Solo el futuro dirá.  

Tarde para morir joven es una producción de la chilena Cinestación, la brasileña RT Features, la argentina Ruda Cine y la holandesa Circe Films.

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(Traducción del italiano)

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