09/09/2023 - VENECIA 2023: El primer largometraje de Anna Buryachkova nos ofrece un trozo de la vida adolescente en el Kiev de los años 90

(i-d): Arthur Aliiev, Alina Cheban y Zachary Shadrin en Forever-Forever

La directora novel Anna Buryachkova ha elaborado toda una carta de amor al período de finales de los años 90, una carta cargada de toda la ambigüedad que estos años trajeron consigo a los estados postsoviéticos, entre los que se encuentra su patria, Ucrania. Forever-Forever [+lee también:
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ficha de la película], que se ha estrenado en la sección Orizzonti Extra del 80.º Festival de Venecia, está llena de vida y empatía. Las chispas del amor juvenil brillan y chisporrotean hasta arder, y en ningún momento se sabe si las cicatrices acabarán por sanar o no. Las relaciones amorosas de la adolescencia son efímeras y eternas al mismo tiempo, de manera que constituyen toda una experiencia formativa, y el viaje de la protagonista de la película no es una excepción.

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Tonia (una angelical Alina Cheban) acaba de cambiar de colegio y ha ido a parar a los suburbios de Kiev con la esperanza de empezar de cero. Pero antes de que el público conozca el motivo de su marcha, la protagonista se toma unas semanas de paz y descanso. Se reincorpora a los entrenamientos de natación tras haberse dejado el deporte, y es allí donde entabla amistad con la franca Lera, interpretada por Yelyzaveta Tsilyk (Rhino [+lee también:
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ficha de la película]). Pronto, las dos se vuelven inseparables, y el fraternal grupo de amigos parece más que feliz de dar la bienvenida a una recién llegada que no se librará de alguna que otra broma inocente. Zhurik (Zachary Shadrin), alias "El estafador", se dirige a Tonia como "Tía buena" en todo momento, pero no consigue conquistarla hasta que no revela su deseo de compartir un poema que ha escrito. Por si fuera poco, el hermano de Lera, Sania (Arthur Aliiev), también va detrás de Tonia.

Forever-Forever se toma su tiempo para dar forma al triángulo amoroso, y en el proceso, permite al espectador pasar más tiempo con los personajes como conjunto. El mundo pierde importancia en favor de cada intercambio de miradas, de cada beso robado, como si no existiera nada más. De la misma manera que el mundo, los padres también parecen inexistentes. Una de dos, o están ausentes o no cuentan con las herramientas apropiadas para interferir, y es que no hacen más que malinterpretar las cosas y mirar hacia otro lado. Pero esta no es una película sobre la paternidad, en absoluto. En cierto modo, trata más sobre la autopaternidad en tiempos de una incertidumbre áspera caracterizada por la falta de supervisión. Tener que guiarse a uno mismo a través de las pruebas y tribulaciones de la adolescencia nunca es una elección, y está claro que, en el caso de Tonia, tampoco lo es.

La directora de fotografía Lena Chekhovska capta el encanto del amor juvenil en planos íntimos y tomas ligeramente más largas para emular la sensación de que el tiempo se estira hasta el infinito al mirar a los ojos de una amante. La cuestión de la pertenencia, que es fundamental en la narración y el viaje emocional de la película, se enfatiza aún más con la composición central para resaltar las miradas y los gestos hacia otros personajes. Chekhovska también se centra a menudo en las distintas partes del cuerpo de los personajes más que en el cuerpo en sí: los pies cuando se camina, el torso al girar o las manos extendidas, en constante movimiento —ya sea andando, bailando o nadando—, son solo algunos ejemplos. Forever-Forever constituye una oda a los niños de los años 90, es decir, a la primera generación postsoviética atrapada entre un intenso pasado extranjero y un presente desconocido igualmente intenso, por lo que se puede afirmar sin ninguna duda que se trata de un prometedor debut con el que la directora se presenta como un auténtico diamante en bruto.

Forever-Forever ha sido producida por la ucraniana DGTL RLGN y la neerlandesa Rinkel Film BV. Las ventas internacionales corren a cargo de Pluto Film.

(Traducción del inglés)