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IFFR 2024 Competición Tiger

Crítica: Under a Blue Sun

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- En el ensayo documental de Daniel Mann, el rodaje de Rambo III en el desierto israelí del Néguev se presenta como una tapadera para el desahucio de esas tierras

Crítica: Under a Blue Sun

En los debates contemporáneos sobre la guerra, una de las nociones fundamentales es la “guerra de imágenes”, que apunta al hecho de que estos conflictos humanos a gran escala también se desarrollan en los ámbitos más abstractos de la representación mediática. Se trata de un estadio avanzado respecto a la mera batalla propagandística, que en su día adoptó la forma de noticiarios e incluso de los primeros largometrajes. De hecho, los estudiosos y observadores de este ámbito recientemente teorizado parecen especialmente entusiasmados con la forma en que la cultura popular ha contribuido al fenómeno, junto con otras fuentes mediáticas eclécticas cuyo significado latente o inconsciente puede desentrañarse.

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Desde sus primeras imágenes de archivo, provenientes del material publicitario de Rambo III, que muestran a Sylvester Stallone reflexionando sobre su elaborada producción con su estilo inimitable y entrañable, Under a Blue Sun, de Daniel Mann (estrenada en la Competición Tiger del IFFR), encaja perfectamente en este nuevo campo de investigación. El quid de la cuestión es que, en 1987, los productores de la tercera película de Rambo escogieron el desierto del Néguev israelí como escenario para sustituir las colinas de Afganistán, donde el fornido mercenario de Stallone debía ayudar a los muyahidines contra la invasión soviética. En su película, Mann certifica con cierta claridad que esto tiene un gran significado simbólico y es un ejemplo característico del credo colonialista del desplazamiento geográfico.

Under a Blue Sun se desarrolla a través de dos modos cinematográficos principales, donde uno sirve de itinerario para el otro. Mann ilustra su concepto inicial con imágenes de videoarte que resultan familiares, en las que vemos tomas exteriores de Rambo III superpuestas sobre las mismas localizaciones del Néguev en la actualidad, así como localizaciones vacías como un estudio de atrezzo, registradas en composiciones estáticas con gran profundidad de campo, aumentadas con otras manipulaciones de la imagen como un humo rojo que se expande lentamente, como si hubieran desplegado la máquina de hielo seco de un concierto de heavy metal para una instalación en una galería de arte. Sin embargo, se trata de una especie de caballo de Troya para que Mann introduzca posteriormente un metraje más tradicionalmente informativo, que retrata a la población beduina del Néguev y su problemático estatus civil en el Israel moderno, cuyos paralelismos con otras poblaciones árabes colonizadas del país constituyen una comparación muy oportuna.

Ocupando el 60 % del territorio israelí en disputa, los grandes poderes del país han usado el Néguev como un gran lienzo para sus esfuerzos propagandísticos y de construcción del Estado. Mientras tanto, los beduinos reasentados después de 1948 son objeto de nuevas persecuciones y, según la película, no están “conectados a una infraestructura” donde puedan recibir agua y electricidad para sus viviendas, cubiertas de hojalata para evitar ser detectadas. Con la seguridad retórica que caracteriza su carrera como académico, Mann retrata a Israel como la despiadada potencia propagandística que muchos señalan, tan consciente como sus críticos de cómo las ricas asociaciones del Néguev pueden tergiversarse para convertirlo en un fantasma terrible e irreal de sí mismo. No obstante, como siempre ocurre en estas críticas posmodernas, también podemos mostrarnos escépticos ante el supuesto peligro y las bajas de la guerra visual, cuyos resultados son hipotéticos y discutibles, frente a las pruebas empíricas y contundentes sobre el terreno, por muy difícil que sea evaluarlas.

Under a Blue Sun es una coproducción franco-israelí, producida por Acqua Alta, La Bête y Laila Films.

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(Traducción del inglés)

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