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BERLINALE 2024 Encounters

Crítica: Cidade; Campo

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- BERLINALE 2024: La nueva película de Juliana Rojas es un díptico de combustión lenta que examina la compleja relación entre la zona urbana y la zona rural en el Brasil de hoy en día

Crítica: Cidade; Campo
Fernanda Vianna en Cidade; Campo

“Por un breve instante, un universo paralelo es posible”, comenta un personaje en el tercer largometraje de la escritora y directora Juliana Rojas, Cidade; Campo, que está salpicado con la sugerencia de que las conexiones entre mundos alternativos a veces pueden ser más estrechas que las que existen dentro del mismo. La obra de doble enfoque de Rojas, que acaba de estrenarse en la sección Encounters de la 74.ª Berlinale, presenta a marginados sociales que se enfrentan al distanciamiento físico y emocional en Brasil mientras atraviesan los límites entre la “cidade” (ciudad) y el “campo”. Desarrollada en forma de diálogo entre sus partes dípticas, la lentitud de la película es su fortaleza, con un ritmo meditativo, pero que no cansa que facilita al espectador la contemplación entre historias que, por sí mismas, parecerían que no han sido terminadas.

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Al separar la película en dos historias de casi misma duración, Rojas emula la brevedad contenida de los relatos literarios breves. En la primera mitad, Joana (Fernanda Vianna) llega a la casa de su hermana, Tânia (Andrea Marquee), en São Paulo, después de que su casa con campos de cultivo quede destruida por la inundación de una presa provocada por una mala gestión de minería, que refleja acontecimientos de la vida real. Se refugia cuidando el jardín y entabla una relación con el joven nieto de Tânia, Jaime (Kalleb Oliveira), el cual la anima a empezar a trabajar como empleada de una empresa de limpieza. En la segunda mitad, Flavia (Mirella Façanha) y su pareja Mara (Bruna Linzmeyer) se mudan a un rancho rural del distanciado padre de Flavia tras el fallecimiento de este. Experimentan con la ayahuasca tras descubrir un libro titulado Mundos em simetria y aprender sobre el interés de su padre por las drogas psicoactivas.

Cidade; Campo contiene un trasfondo político en la confluencia de temas de actualidad en Brasil, entre los que están la explotación dentro de la economía gig, el uso indígena de drogas medicinales y el desplazamiento debido a la crisis climática. Gran parte de ambas mitades se refleja activamente en la otra, empezando por el hecho de que las dos protagonistas de la película están distanciadas de hombres importantes en sus vidas (Joana de su hijo, Flavia de su padre). Sin embargo, las partes que conforman el díptico tienen diferentes énfasis tonales, personificados por las visiones oníricas de Joana sobre su caballo blanco de la infancia llamado Alecrim (“romero” en portugués) en contraste con un segmento de la pareja haciendo el amor en la cama del padre de Flavia.

Con la fotografía de Cris Lyra y Alice Andrade Drummond, la película se une por una paleta verde-gris apagada, puntuada por los espectros amarillos de las luces a través de las ventanas, la luna y los objetos celestes lejanos. De este modo, las dos partes se diferencian por otros aspectos técnicos. En el mundo de Joana, la cámara observa atentamente cada escena, lo que hace eco de su sentimiento de “gustarle observar” a otras personas mientras hacen su vida cotidiana en los edificios de enfrente. En el mundo de Flavia, Rojas prefiere hacer zooms lentos que confrontan a sus sujetos y les obligan a revelarse. El sonido, diseñado por Tiago Bello, también refleja una interacción opuesta: la banda sonora orquestal, ambiental y disonante, con música de Rita Zart, imita la constante inquietud de Joana; mientas que la inserción de una canción electrónica atronadora de Nicolas Jaar llega a apropiarse de los rítmicos movimientos corporales de la pareja.

Pero Rojas nunca se inclina por simples dualidades: ni la ciudad ni el campo son siempre asfixiantes ni siempre liberadores. Más bien, la existencia de cada uno en oposición al otro contribuye a su unión; sin la ciudad no hay país y viceversa. El largometraje del cineasta adopta una interpretación de la realidad donde la psicodelia y las fantasías desbloquean mundos, tiempos y realidades distintos más allá de los que captan nuestros escasos cinco sentidos. Sin embargo, si uno desea volver a encontrarse con ellos, y si es voluntario o no, es otra cuestión; algo que Rojas deja que el público se plantee al final.

Cidade; Campo es una coproducción entre Dezenove Som e Imagens (Brasil), Sutor Kolonko (Alemania) y Good Fortune Films (Francia). The Open Reel gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Joanna Sánchez Moya)

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