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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Ultranova

por 

- Una película con mirada original que habla de las cosas y de la gente de aquí con una vocecilla muy sencilla, y con una ternura mezclada de absurdo y de melancolía

"En el fondo, mis personajes se aburren todos profundamente. Aspiran a vivir otra cosa, y sin embargo no se dan los medios de hacerlo. Son como nosotros, frágiles, atravesados por dudas, necesitados de ternura. Pero en vez de admitirlo, se dejan caer lentamente. No se dan cuenta de que se están quedando dormidos. Mis personajes son como estrellitas de las que tan sólo se percibe el calor cuando implosionan, como supernovae que brillan una última vez antes de morir definitivamente. Yo espero que no se mueran definitivamente. Espero que sepan superar todo eso. Para mí, son ultranova" (Bouli Lanners, entrevista extraída del dossier de prensa).

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El 27 de abril se estrena en nuestras pantallas el sucesor de Toto el héroe, Ocurrío de su casa, Mi vida en rosa, Esperando los Autos, Rosetta... Una película muy anclada en su territorio y al mismo tiempo universal. Una película con mirada original que habla de las cosas y de la gente de aquí con una vocecilla muy sencilla, y con una ternura mezclada de absurdo y de melancolía que no se puede resistir.Una película hecha de invierno, de niebla, de espacios vacíos en medio de ninguna parte, de barras donde se cuelgan destinos solitarios, de amores que no se atreven a la confesión, de la muerte que surge por nada a la vuelta del camino. Un western en el que unos lonesome cowboys se cruzan con extraterrestres en busca de platillo volante en medio de un calor humano harto suficiente. Esta película de la que sabemos que encontrará el público que se merece, es Ultranova [+lee también:
tráiler
entrevista: Bouli Lanners
ficha de la película
]
, el primer largometraje de Bouli Lanners.

Ya se conocía a Bouli por sus dos cortometrajes, Travellinckx et Muno. Habían bastado para que el jóven director y actor de Liejas impusiera su estilo. Dice que sus películas están compuestas como puzzles hechos con decenas de piezas, cada una restituyendo las historietas que le han contado, que le han pasado o que ha robado después de oírlas de su oreja atenta en los bares de la esquina. Pero estas piezas, hay que encajarlas de tal forma que constituyan un cuadro que sea capaz de emocionarnos. Estas historias, hay que encontrarles un soporte digno de ellas, en la forma de personajes que podamos reconocer y que puedan asumirlas. Este es el arte del escritor, del guionista, y Bouli nos había demostrado que era capaz de llevar a cabo ese pequeño milagro con pata propia. Pata reconocible, aunque trascendida, en Ultranova.

Esa película nos descubre a Dimitri, un chico en sus veintetantos. La gente dice de él que es raro. No tiene contacto con nadie, menos –un poco- con Jeanne, su vecina de abajo. Ella está intrigada por ese jóven callado del pasado del que cuentan historias raras. Dimitri forma parte de un equipo de tres VRP que venden casas llave en mano, por construir en terenos perdidos en el campo. Un cotidiano que no le satisface pero que atraviesa de forma evanescente. Jeanne tiene una amiga, Cathy,que trabaja con ella en un almacén de muebles. Un día, Dimitri y Cathy se topan cerca de la casa de Jeanne. Deciden volver a verse. Entre Cathy, la chica adoptada y Dimitri,del que cuentan que es huérfano, nace un sentimiento de atracción, pero haría falta que uno de ellos se comprometiera, es decir cogiera riesgos, para que esa atracción se transforme en relación amorosa.

Sobre esta base, Bouli teje historias en un modo menor. Nos invita a compartir la vida de sus personajes: el trío de vendedores, las dos chicas, pero también la camarera del bar (embarazada, como afirma uno de los compañeros de Dimitri), un autoestopista con mala suerte y otros. A todos les falta algo. Ninguno está a gusto con el mundo en él que vive. Viven en la nostalgía de un pasado que dejó de ser y, frente a una realidad mediocre, se inventan un mundo por vivir. Todos sufren de una soledad espantosa, muy de época, en medio de los demás y pesar de ellos. Hay algo de Alain Souchon en la forma en que esa gente atraviesa el mundo en él que viven sin reconocerlo como suyo. Pero esa tristeza, esa melancolía, el director sabe compensarlas con toquecitos de un humor absurdo e inopinado. Un humor de situación, algo entre Kaurismaki y Keaton. Y así coge la salsa, algo aligerada. Sin embargo, lo que da su auténtico valor a esa película que de otra manera sólo hubiese sido grises y niebla, es la mirada con la que Bouli Lanners considera a sus personajes. Quiere a esos desubicados de a pie y los protege con su mirada que nunca es condescendiente ni malvada. Incluso al VRP que se comporta como un verdadero cabrón. Consigue mostrar a que punto ese tipo está sufriendo y como es víctima de sus sueños de éxito que se imponen como tantas flagelaciones, para intentar integrarse a un modelo social con él que fantasea y que está fuera de su alcance.

Y la cámara sigue el movimiento. Y queda pegada a los personajes, captando cada expresión de la cara sin dejar de ponerles en situación. Hay que ver la manera en que penetra en el almacén de muebles, se introduce entre los hileras de cajas para acercarse a Cathy y Jeanne que, en su hora de descanso, se han montado una isla de sillones, mesas y cartones. En el bar "El rústico", perdido al lado de una carretera en medio de ninguna parte, la cámara se sienta en barra para compartir las conversaciones de los bebedores. O simplemente seguir la mirada de uno de los vendedores observando a la camarera mientras se dice que no hay nada mejor que una mujer embarazada y se pregunta si sus pechos ya han cambiado de forma o de volumen, hasta que la situación da una vuelta inesperada, confrontando, traviesa, al hombre con sus fantasías.Luego están esos grandes paisajes hechos de espacios vacíos,de llanuras anubladas, golpeadas por la lluvia y el viento.Con un cielo tan bajo...De todo eso emana una poesía de lo cotidiano que es la esencia del sueño de Bouli y al lado de la que puede situar sin problema su humor absurdo. Una poesía que habla de cosas y de gente que reconocemos y con los que nos sentimos como en casa.

En Ultranova, no hay ningún superhéroe salvando el mundo, ni ningún gángster con mandíbula cuadrada que se escapa a toda prisa en un crujir de ruedas. No hay explosiones dantescas ni paisajes recompuestos por ordenador, sino un cine totalmente diferente, minimalista, depurado, naturalista, que nos lleva al ritmo lento de su personajes. Bouli no nació en Liejas por casualidad. Simenon no está lejos, aunque sin su pesimismo negro y desesperado sobre la naturaleza humana. A pesar de todo, el hombre quiere creer en la posible felicidad de sus "ultranovae". Si Hapiness, My Own Private Idaho, Smoke, Nubes pasajeras, Western, Un hombre sin pasado han conocido el éxito en todas partes, no hay razón para que no ocurra lo mismo con Ultranova, que posee las mismas calidades en la mirada, las mismas puntas de humor, de sinceridad y de humanidad.

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