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BERLINALE 2017 Competición

El otro lado de la esperanza: el humanismo intemporal

por 

- BERLÍN 2017: Aki Kaurismäki firma en su inimitable estilo una fábula positiva pero profundamente realista sobre el drama de los refugiados

El otro lado de la esperanza: el humanismo intemporal
Sherwan Haji y Sakari Kuosmanen en El otro lado de la esperanza

“¡Vivo aquí, es mi habitación!”, “¡No, es mi cuarto de la basura!” Cuando un sirio, que ha huido de las tragedias de la guerra y se esconde en las profundidades de Helsinki tras el rechazo de su petición de asilo, es sorprendido en su escondite por un finlandés, los dos hombres comienzan a puñetazos hasta que el segundo decide alimentar y acoger al primero. Una escena que resume perfectamente la esencia, expresada muchas veces en el pasado, del cine de Aki Kaurismäki, maestro de la tragicomedia disonante: virilidad y bondad, humor socarrón e hipersensibilidad subterránea, ternura sin concesiones para las existencias invisibles de las personas corrientes, juego sutil con los arquetipos, parejo a la caricatura que se idealiza para que se correspondan mejor el microcosmos y el macrocosmos, todo ello embalado en un estilo visual intemporal y una puesta en escena depurada, en la línea de los pioneros del cine mudo (Chaplin) y sus herederos (Tati).

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Este universo inimitable y decididamente personal vuelve a aparecer en la excelente El otro lado de la esperanza [+lee también:
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, desvelada en competición en la 67ª Berlinale (donde Kaurismäki está por primera vez en liza por el Oso de Oro, tras tres incursiones en el Forum, en 1990, 1992 y 1999, y tras competir cuatro veces en Cannes y una en Venecia). Pero la película confirma también la evolución del cineasta hacia un cine políticamente comprometido, pues aborda, por segunda vez consecutiva, cinco años después de El Havre [+lee también:
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, el tema de la inmigración clandestina.

El guion, escrito por el realizador, entrecruza las trayectorias de dos hombres que han soltado amarras para emprender una nueva vida. Wikström (Sakari Kuosmanen, intérprete hermético y habitual en la obra de Kaurismäkki) deja a su mujer, vende sus camisas de representante comercial, gana una importante suma de dinero jugando al póquer y compra el restaurante de baja estofa La Chope Dorée, junto con su personal (el portero, encarnado por Ilkka Koivula, el cocinero por Janne Hyytiäinen y la camarera por Nuppu Koivu). Por su parte, el sirio Khaled (Sherwan Haji) emerge del carbón de un barco, presenta una solicitud de asilo político y espera al veredicto en un centro de retención, antes de escaparse cuando está a punto de ser enviado de vuelta a su país. En este punto, nuestros personajes se encuentran (no sin haberse cruzado antes, cuando el europeo por poco atropella al refugiado), y todos los trabajadores del restaurante protegerán a Khaled, que está desesperado por encontrar a su hermana, perdida en el camino del exilio.

Nutrida por pequeños toques secos de la ironía típica del cineasta, que se burla con afecto de los usos y costumbres finlandeses, El otro lado de la esperanza inscribe su relato —muy contemporáneo— en un decorado de los años 60 y lo intercala con secuencias de rock en vivo, arraigadas en la misma época e integradas en el desarrollo de la trama (otra constante kaurismäkiana). Y si el alma del film es el humanismo y la solidaridad, tratados con un optimismo reivindicado claramente, el realizador también consigue, en varias escenas sencillas, trazar con una gran fuerza, con una mezcla de pudor y brutalidad, todo el peso que Khaled carga sobre sus hombros (su familia exterminada en Alepo, su trayectoria hacia Europa, salpicada de trampas, la injusticia del rechazo de su demanda de asilo, la soledad, las agresiones racistas —“¡hasta pronto, camellero!”—, las dificultades de la integración —“yo finjo. A los tristes los mandan de vuelta prioritariamente. Hay que fingir que sonríes, pero sobre todo no en la calle, parecerías loco”—. Una realidad implacable expuesta por Aki Kaurismäki, que rinde homenaje, a su manera y con todos los recursos de su consumada maestría cinematográfica, a estos desposeídos venidos de lejos que al final se parecen mucho a los invisibles europeos de las clases populares que el cineasta siempre ha querido, un amor en la frontera entre la tristeza y la sonrisa del que logra contagiarnos.

Producida por Sputnik Oy, El otro lado de la esperanza ha sido coproducida por Oy Bufo Ab y la compañía alemana Pandora Film. Las ventas internacionales están a cargo de The Match Factory.

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(Traducción del francés)

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