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LOCARNO 2017 Competición

9 dedos: un delirante réquiem punk

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- LOCARNO 2017: Lo último de F.J. Ossang, presentado a concurso bajo el sibilino título de “nueve dedos”, nos abre las puertas de los abismos de la humanidad

9 dedos: un delirante réquiem punk
Paul Hamy y Lisa Hartmann en 9 dedos

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: una película oscura y misteriosa poblada de personajes seductores y ambiguos que recuerdan una improbable filiación entre Genesis P-Orridge, de los Throbbing Gristle, y Marlene Dietrich.

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9 dedos es una película que cabría paragonar con una sinfonía wagneriana donde el pesimismo y el heroísmo van de la mano. La oscuridad (el blanco y negro de rigor) domina todos los planos, como un manto doliente que impide que la luz penetre. Es inútil buscar comodidad ni buena acogida en una cinta que, para ser sinceros, no busca en absoluto el consenso entre su público. El francés F.J. Ossang no hace cine; hace su cine, y esta posición radical, decididamente punk, merece respeto.

Las atmósferas que gobiernan 9 dedos son las que le gustan al director: la noche envuelve a todos los personajes, tragados aparentemente por el abismo. Magloire (interpretado por un convincente Paul Hamy) escapa de un control de identidad policial. Su fuga es desesperada y desconocemos su meta. Magloire se topa casualmente con un hombre moribundo en la playa, al que roba una pequeña fortuna. Una banda de malhechores (increíble el reparto: Damien Bonnard, Gaspard Ulliel, Pascal Greggory y Lionel Tua) y dos femmes fatales (la medusa Elvire, musa y compañera del director, y la joven y prometedora Lisa Hartmann, descubierta en la serie televisiva P’tit Quinquin [+lee también:
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, de Bruno Dumont) quiere darle caza y, finalmente, con la presa exhausta, lo consigue. A partir de ese momento, Magloire es su rehén y, sobre todo, su cómplice. Tras un golpe fracaso, la comitiva se ve obligada a separarse y empieza un viaje a los infiernos a bordo de una nave que contiene un misterioso material radiactivo.

La cinematografía de F.J.Ossang se caracteriza por una pasión por el cine de género, el cine negro (Melville in primis) y, en el caso de 9 dedos, del cine mudo y del expresionismo alemán (son evidentes los préstamos de Vampyr, de Dreyer). La mezcla de estas influencias nunca es estéril o convenida; al contrario, el director consigue apropiarse de ella magistralmente. El resultado es apasionante, misterioso y radical.

9 dedos es un film exigente tanto desde el punto de vista de la fotografía como desde el de los encuadres, elegantes y fríos pero nunca banales. Los personajes hablan poco y, cuando lo hacen, es para destilar líneas más que para comunicar realmente entre sí. Sus rostros parecen máscaras de cera y sus cuerpos, envoltorios vacíos. A pesar del oscuro universo que inunda atmósferas y personajes, no cabe duda de que late una esperanza sutil e inconstantemente a lo largo y ancho del metraje.

En 9 dedos, el tema del viaje, de la pérdida y, por último, de la deriva es dominante. Sin embargo, lo que cuenta siempre es el éxtasis final (si bien esto significa, para los personajes, perderlo todo). La música de M.K.B. (Fraction provisoire), grupo musical de Ossang, regala al film un substrato inquietante, seco y mecánico. 9 dedos presenta una humanidad corrompida que no cede a compromisos, como queriendo decir que la libertad se esconde con frecuencia en las tinieblas.

9 dedos es una producción de 10:15! Productions, OSS/100 Films&Documents y O Som e a Fúria. Su agente de ventas internacionales es Capricci Films.

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(Traducción del italiano)

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