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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Le Concert

por 

- Las insólitas y conmovedoras aventuras de una orquesta rusa que intenta resucitar un pasado que fue eliminado por el régimen soviético. Una coproducción de Francia, Rumanía, Bélgica e Italia

Rendir cuentas con el pasado. Con el propio. Radu Mihaileanu, nacido en Rumanía pero residente en Francia, donde huyó en 1980 de la dictadura de Ceaucescu, no renuncia a este placer cinematográfico y, tras El tren de la vida y Vete y vive [+lee también:
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cómo una dictadura comunista puede robarte todo, en cualquier momento. El trabajo, los hijos, toda la vida, en definitiva.

Así nace el personaje de Andreï Filipov, protagonista de la cinta encarnado por Alekseï Guskov, que, durante la Unión Soviética, era un respectado director de orquesta del teatro Bolshoi, pero es despedido en el ápice de su carrera por negarse a deshacerse de sus músicos judíos. El régimen termina con él, dándole el cargo de limpiador. Del teatro Bolshoi, claro.

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Hasta que una noche, años después de la caída del bloque comunista, llega a un fax a la oficina del director, que en ese momento Andreï estaba limpiando. Es la invitación para un concierto por parte de un importante teatro de París. A Andreï se le ocure una locura: reunir sus viejos amigos, fingir ser la orquesta del Bolshoi y tocar una liberatoria pieza de Tchaikowski...

Le concert describe las ansias de reivindicación de los protagonistas con el mismo registro con que Mihaileanu se había burlado de los nazis en El tren de la vida, la ironía y lo grotesco. Un material normalmente incandescente, difícil de mantener álgido durante dos horas de metraje. El realizador, autor asimismo del guión en colaboración con Alain Michel Blanc y Matthew Robbins a partir de la trama de Hector Cabello Reyes y Thierry Degrandi, no parece haber perdido su habilidad, gracias a dos o tres frases memorables sobre el régimen comunista. Sin embargo, no convence del todo la alquimia que se establece entre lo descaradamente grotesco, metafórico y surrealista, y los pequeños atisbos de dramaticidad (melancolía y dolor).

El reparto y la dirección de actores resultan muy convincentes, ya que, al margen de la gran interpretación de Alekseï Guskov, cuyo personaje es el auténtico motor de la historia, son los personajes secundarios los que convierten la película en un éxito. Una mención especial es más que merecida para la espléndida Mélanie Laurent, que últimamente ha ganado una gran fama gracias a su trabajo en Malditos bastardos [+lee también:
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de Quentin Tarantino. También en este caso la actriz francesa consigue infundir a su personaje un ligereza y una profundidad que, teniendo en cuenta sus otros trabajos, posiblemente le sean inherentes.

Esta producción de Les Productions du Trésor, EuropaCorp, OÏ OÏ OÏ Productions, Castel Film, Panache Productions, RTBF - Radio Télévision Belge de la Communauté Française y BIM Distribuzione, con la participación de France 3 Cinéma, Canal +, Ciné Cinéma y la ayuda de Eurimages, será distribuido en todo el mundo, excepto Ucrania y, qué casualidad, Rusia. El primer país al que llegará será Francia, donde su estreno ha sido fijado para el 4 de noviembre.

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