email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

PELÍCULAS / CRÍTICAS

Gianni e le donne

por 

- Tras el éxito de Vacaciones de Ferragosto, el Jacques Tati del Trastevere vuelve con un homenaje melancólico pero divertido del misterioso mundo de las mujeres

En tanto 01 distribuye 150 copias para el estreno de Gianni e le donne [+lee también:
tráiler
entrevista: Gianni di Gregorio
ficha de la película
]
en Italia el próximo viernes 11 de febrero y se prepara la proyección de la cinta el día 12 en la Berlinale Special, Fandango Portobello, la empresa encargada de las ventas internacionales, ha prevendido la cinta ya para Francia, Benelux y Suiza, bajo el título internacional The Salt of Life.

Se trata de la (esperadísima) segunda incursión tras las cámaras de Gianni Di Gregorio, de 62 años de edad, tras el éxito de crítica y público que fue Vacaciones de Ferragosto [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
en 2008 (Premio De Laurentiis Opera Prima en la Mostra de Venecia, David di Donatello y Nastro d'Argento y numerosos reconocimientos a nivel internacional).

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

El Jacques Tati del Trastevere (el barrio más pintoresco de Roma, en el que nació el director) vuele a dar vida al entrañable protagonista de la ópera prima en una historia igualmente pequeña e igualmente universal. En Vacaciones de Ferragosto, Di Gregorio interpretaba al hijo único de una viuda, una noble decadente, caprichosa y opresora de la que tiene que ocuparse. En Gianni e le donne, el actor/director es un pensionista con una mujer que lo ignora y una hija que lo compadece; su madre, en cambio, es la misma (a la que encarna una vez más Valeria de Franciscis Bendoni): mientras el hijo Gianni depende de una mísera pensión, la irritante progenitora vive en una suntuosa casa en el centro de Roma, rodeada de obras de arte, aficionada a jugar al poker en el jardín con las amigas –con las que comparte tentempiés aderezados con un champán de 200 euros por botella– y cuidada por una chica de Europa del este a la que cubre de regalos caros. Y mientras Gianni recorre el barrio soñando con una aventura amorosa e invocando, ensimismado, la sonrisa de una joven, la anciana lo atosiga con llamadas a todas horas por razones inútiles –como cambiar ligeramente la orientación de la antena de la televisión, que no sintoniza–.

Di Gregorio –que tuvo la idea de la película en un autobús en el que se sintió invisible a ojos de las mujeres– se identifica tanto con la idiosincrasia de su personaje como Nanni Moretti lo hacía con su alter-ego Michele Apicella. Entre la melancolía y la diversión, entre Fellini, Truffaut y el nuevo cine balcánico, Gianni compone un himno a la mujer, un ser tan desconocido como adorado, al tiempo que explica y enarbola su disgusto con los tiempos que corren, con la decadencia de un cuerpo que ha reflejado a la perfección un alma hambrienta de vida. Una vida perezosa, sí, pero rica en colores y ramificaciones sensoriales.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del italiano)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy