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PELÍCULAS / CRÍTICAS

La piel que habito

por 

- Pedro Almodóvar ofrece una experiencia de laboratorio siniestra, alocada, extraña y espeluznante en su fascinante última película, en competición en el festival de Cannes de 2011.

El doctor Ledgard (Antonio Banderas) trata de sobreponerse a la trágica pérdida de su esposa trabajando sin descanso en su obsesión: la creación de una piel perfecta que posteriormente podría injertarse en un paciente humano. Sus experimentos son contrarios a la bioética y el cirujano los lleva a cabo en secreto, en su laboratorio personal, con una joven (Elena Anaya) cuyo cautiverio obedece a una razón totalmente distinta.

En su quinta competición oficial en el festival de Cannes, Pedro Almodóvar se da el honor de realizar un ejercicio de géneros. Géneros en plural, porque al igual que su protagonista, La piel que habito [+lee también:
tráiler
entrevista: Pedro Almodóvar
ficha de la película
]
no pertenece a una categoría determinada, sino que amalgama varios estilos diferentes aplicados en torno a la adaptación de la novela de Thierry Jonquet.

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De la gloriosa época de los estudios Hammer Almodóvar ha elegido entre su elenco de monstruos la compleja figura del doctor Frankenstein como inspiración principal. Este papel catalizador de las obsesiones del director manchego sirve también para que el malagueño Antonio Banderas se reencuentre en el plató con un cineasta con quien trabajó por última vez en 1989 en Átame. Banderas refleja perfectamente la elegancia y la negrura de este hombre que disimula hábilmente su naturaleza salvaje bajo un manto de virilidad de pacotilla. Almodóvar, a su vez, refrena su estilo: su puesta en escena glacial recuerda el cine de Alfred Hitchcock y Dario Argento. La mezcla de géneros no es sencilla, especialmente teniendo en cuenta que el director no renuncia a su sentido del humor, oscuro y repleto de connotaciones sexuales. En La piel que habito los momentos más graves también son los más graciosos y la película luce un giro tan retorcido como hilarante que sirve para relanzar la historia en una dirección más descabellada.

Hacía ya tiempo que Pedro Almodóvar miraba de reojo el thriller fantástico o de ciencia ficción, pero hasta ahora se había conformado con producir los trabajos de Guillermo del Toro y de Álex de la Iglesia. El guión no es siempre fácil de seguir debido a los giros temporales y a alambicados vínculos de parentesco, pero a su favor cuenta con la personalísima interpretación de una idea de cine maravillosa que impulsa una vez más todas las pasiones de su autor en la gran pantalla: identidad sexual, muerte, venganza, impulsos contra natura...

Tan siniestra como alocada, tan extraña como palpitante, La piel que habito es una experiencia de laboratorio que podría revelarse altamente inestable, pero, como el doctor Frankenstein, Almodóvar cocina un enredo fascinante del que extrae la gota de emoción que utiliza en la conclusión de su película. Esta lágrima es el elemento vital necesario para terminar de dar forma a su criatura: un corazón que late.

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(Traducción del francés)

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