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PELÍCULAS / CRÍTICAS

The Repentant

por 

- Merzak Allouache vuelve al suspense a través de la reciente historia de Argelia.

The Repentant narra la historia de un hombre que huye a través de un inmenso desierto, con una pesada mochila a la espalda, tropezando con las piedras y mirando inquieto detrás de él: un desertor del terrorismo. Pero también trata de un país, Argelia, que cede ante la carga del pasado de la "guerra sucia" de los 90 y se debate entre el perdón y la venganza. Con The Repentant [+lee también:
tráiler
entrevista: Merzak Allouache
ficha de la película
]
, estrenada en la Quincena de los Realizadores del 65º festival de Cannes, Merzak Allouache se vuelve a sumergir en el mundo del thriller elíptico con el delicado y espinoso tema que ya había abordado desde otro punto de vista totalmente diferente en Bab-El-Oued City, seleccionada en la sección Un Certain Regard en 1994.

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El paso de Rachid (Nabil Asli) por su ciudad natal, el yihadista arrepentido que sale airoso de las apasionantes cuestiones que presenta la película: emociones provocadas por reencuentros familiares, la irrupción de tres habitantes que quieren matarle ("Rachid el asesino, el perro, el criminal") y los deprimentes consejos de sus prójimos ("debes irte lo más rápido posible", "la vida es muy cara, ¿tienes dinero?"), que intentan disuadirle en vano para que no vaya a la comisaría a aprovechar la política de concordia civil que borra el pasado de los arrepentidos ("te van a torturar", "te forzarán a cantar"). Rachid se marcha entonces a una ciudad vecina en la que un comisario de policía le encuentra un trabajo de camarero en un café, pero le pide un favor a cambio (que el director no revela). “El arrepentido” a que hace referencia el título de la cinta comienza una nueva vida dominado por su patrón ("nada de política", "córtame la barba", "no me gusta nada tu hipocresía"), que le da alojamiento en el sótano. En esa misma ciudad, un hombre solitario, el farmacéutico Lakhdar (Khaled Benaissa), intenta anestesiar su pasado con la bebida y la televisión. Rachid aparecerá en su vida y la cambiará, despertando sufrimientos que tendrá que pasar para reconstruirse. Junto con Djamila (Adila Bendimered), la ex mujer de Lakhdar, formarán un trío explosivo que viajará por las heridas, todavía abiertas, de la guerra; heridas tan profundas que querrán abandonar la búsqueda de la verdad llegando al punto de aceptar un pacto con su viejo enemigo mediante una ambigua alianza que les hará la vida más que difícil.

Una de las muchas cualidades cinematográficas de Merzak Allouache (también guionista) es el tratamiento de la intriga con enigmas y suspense. Mediante las elipses de montaje y lo que los protagonistas no dicen (el arrepentido no cuenta nada de su pasado como guerrillero y se considera inocente de los crímenes de los que le acusan, mientras que la pareja no dice lo que les separó), el relato conserva una tensión dramática permanente (descubren una pistola en un jarrón, atacan a Rachid con una navaja). Esta expectación que estimula la imaginación del espectador, da también al cineasta la posibilidad de esbozar tres sensibles retratos de tres personajes atrapados en el presente por el pasado. Muchos de los elementos de comprensión intuitiva pasan por las miradas y la indagación en los matices de las caras. También nos muestra los huecos de un país en el que la violencia y la ley se camuflan ("viene, come, mata y se va, y os parece normal", "no habéis entendido nada y no sabéis nada"), en el que la locura de los hombres ha infectado su memoria, un país en el que la miseria es la fuente del mal y la religión tiene acuerdos ensangrentados con la conciencia, un país en el que es extremadamente difícil pasar página.

The Repentant (coproducida por la compañía francesa JBA) se rodó durante 20 días con un presupuesto reducido y, a pesar de ello, ofrece una muy buena ejecución, pasando por el tumulto de la ciudad hasta los increíbles paisajes de la meseta. Bajo la apariencia de thriller, aborda con sensibilidad cuestiones muy delicadas que quedan lejos de pertenecer a un solo país, pues el sufrimiento, el peso de los recuerdos, el deseo de venganza y los intentos de perdón y reconciliación (con los demás o consigo mismo) atormentan a cualquier persona en cualquier lugar.

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(Traducción del francés)

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