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CANNES 2013 Competición

Jeune & Jolie: ¿de verdad lleva el vicio dentro?

por 

- El director francés François Ozon presenta en la competición del festival de Cannes una historia atrevida y emocionante sobre el despertar a la sexualidad con el tema de la prostitución por medio

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]
, el director francés François Ozon primero tuvo que asegurarse de contar con una protagonista que encajara a la perfección en su molde. Dicho y hecho: poco después de dar el pistoletazo de salida a la competición oficial, Marine Vacth ha electrizado al público del 66° festival de Cannes. Cómo abordar la prostitución sin pesadez? Hablando de otra cosa, como el paso a la edad adulta y la pérdida de la inocencia, tema manido pero refrescado con el ángulo de la prostitución. Con el tono con que nos tiene acostumbrados, Ozon ha presentado su versión actualizada de La fiesta, de Claude Pinoteau (1980), estructurada en cuatro estaciones. En verano, Isabelle pierde la virginidad la noche antes de cumplir 17 años en una playa y se da cuenta, al instante, de su capacidad para disociar el acto sexual. Lo que llama su atención son los detalles que rodean una experiencia que ocurre mientras ella anda en babia. En otoño, Isabelle, estudiante de clase acomodada y, por tanto, sin problema económico alguno, se prostituye bajo un pseudónimo. Así conoce a hombres mayores por Internet y pasa por diversos hoteles de categoría dispar. Está explorando. Miente a todo el mundo excepto a ella misma. Consigue dinero que no gasta ni necesita. En invierno, su familia descubre su doble vida e Isabelle, expuesta a la luz del juicio, se pone en la piel de su personaje y hace gala de la habilidad y el control que hasta entonces había demostrado para salir adelante esa estación. En ello reside la provocación de la película. Isabelle está sana. El porqué de su piñoneo no se termina de explicar en ningún momento, tal vez porque no lo hay más que en los detalles de sus fantasías, emergido del cómo. Isabelle está fuera, es espectadora de sus experimentos como lo fue la primera vez que practicó sexo. 

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Además de las cuatro estaciones simbólicas, para cada segmento hay una canción de Françoise Hardy que por lo general viene a acentuar las palabras («ya no soy la que era; me has convertido en otra cosa...»), en consonancia con el estilo y la moda que vincula a la estrella de los sesenta al entorno artístico francés. Ozon llega a retomar el Nadie es serio a los 17 de Arthur Rimbaud en un montaje documental que se justifica un poco por el análisis escolar del poema, interpretado personalmente por cada adolescente. Quizá resulta demasiado didáctico para el público del cine de autor puro y duro pero es coherente dentro de la filmografía de François Ozon, ya que el director y guionista es bastante conceptualista y se aprecian en Jeune & Jolie grandes esfuerzos por la cuadratura. La película podría haberse detenido antes de la primavera, con un plano exageradamente metafórico que asocia los sentimientos adolescentes y la imagen de un candado en honor de uno de los hitos de nuestra época. Ozon opta, en cambio, por un epílogo florido en el que pasa el paño por lo que podría haber sido un drama profundo, intergeneracional y sociológicamente demoledor. Al final, queda una hermosa “vuelta” por el recorrido de una adolescente normal, falsamente malsana (por mucho que su madre insista en que «lleva el vicio dentro») e indudablemente conmovedora.

Wild Bunch toma pocos riesgos con Jeune & Jolie, que a pesar de su lote de escenas audaces llegará sin problemas a todos los públicos, cinéfilos o no. Su habilidosa mezcla de humor negro, erotismo y fondo humano confieren a la película, sin duda, la etiqueta de nuestros tiempos.

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(Traducción del francés)

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