05/09/2014 - VENECIA 2014: En su nueva película tras Gli equilibristi, Ivano De Matteo se sumerge en la realidad de dos familias burguesas echada a perder por una bravata de sus respectivos hijos que los enfrentarán a un dramático dilema

¿Hasta qué punto conocemos a nuestros hijos? ¿Qué haríamos si nuestro hijo cometiera un crimen? Esa es la pregunta que se formula Ivano De Matteo en su nueva película, The Dinner [+lee también:
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entrevista: Ivano De Matteo
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ficha de la película], el director romano vuelve a hurgar en los fundamentos más hondos de una familia, aunque, allí donde en las dos películas anteriores ocurría que un elemento externo perturbaba la serenidad del núcleo aparentemente feliz, aquí la explosión se transforma en implosión. O implosiones, más bien.

Pues, en efecto, en I nostri ragazzi no hay una sino dos familias: la de Paolo (Luigi Lo Cascio), pediatra comprometido y completamente íntegro que mantiene con su mujer, Clara (Giovanna Mezzogiorno), una relación de bonita complicidad, y la de su hermano Massimo (Alessandro Gassman), abogado casado en segundas nupcias con Sofia (Barbora Bobulova) y conocido por ser capaz de defender lo indefendible. Cada pareja tiene un hijo: Michele (Jacopo Olmo Antinori) y Benedetta (Rosabell Laurenti Sellers), son primos muy cercanos, están siempre juntos, ven webseries de lo más alocadas en Youtube y salen a fiestas con un alto contenido de alcohol. Al final de una de estas noches, precisamente, ocurrirá la desgracia: los dos jóvenes, volviendo a casa borrachos, dan una paliza a una vagabunda hasta matarla, hecho que una cámara de vigilancia registra en unas imágenes que no tardarán en circular.

El descubrimiento de este vídeo será una tormenta de agua gélida en el seno de ambas familias. “Del libro de Herman Koch [La cena, en el que la cinta está libremente inspirada, ndr] me impactó la frialdad con que se relata la historia”, explica De Matteo; “y eso es lo que yo buscaba recrear en mi película: los personajes se ven golpeados por este acontecimiento pero no hay hincapié”. Los padres de los dos culpables se ven envueltos en un dilema dramático: ¿denunciar a sus propios hijos o protegerlos? ¿Hasta qué punto puede uno ignorar la voz de la consciencia para proteger la propia felicidad?

A partir de ese momento, el film juega con las expectativas del espectador: cada personaje reacciona de forma opuesta a lo que cabría esperar y los papeles se invierten. "Es realmente profunda la diferencia entre lo que somos y la imagen de nosotros mismos que nos construimos día tras día", apunta el director, igual de distinta de lo que puede ser la imagen que tenemos de nuestros hijos: "Michele no haría daño ni a una mosca", dice Paolo convencido, y, sin embargo, su Michele es un pequeño monstruo; "Benni, al fin y al cabo, es una niña", añade para defender a su sobrina, y, sin embargo, la niña ha hecho lo que ha hecho y no muestra ningún de remordimiento. La fuerza de la película de De Matteo reside en la pregunta que formula: una cuestión que cada padre podría formularse a sí mismo, aunque la respuesta verdadera sea imposible. ¿Qué haríamos nosotros, en su lugar?

(Traducción del italiano)