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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Bunker Paradise

por 

- El primer largometraje de Stefan Liberski es uno pesimista y hechizante, que encierra las perversiones engendradas por nuestra sociedad moderna, cuando el dinero ya no tiene nada que aportar

Al ritmo de una música larga y lacónica, igual que el latido de un corazón, el Bunker se hunde en una noche interminable, un festejo triste y tenebroso que ha de durar varios días sin cesar jamás. La blanca y vítrea luz del exterior atraviesa por instantes las cortinas, deslumbrándonos con lo que sucede fuera, embrutecidos y macilentos vampiros a punto de desintegrarse en un día muy crudo. En este lugar, entre bosque y ciudad, en los límites del sueño, un apuesto joven (Vincent Vincentelli), estudiante de comedia, pero que vive de sus ingresos como taxista, acaba de perderse por una casualidad bastante sombría. En ella, este Romeo se enamora de su Julieta (Audrey Marnay), de sonreír un poco cruel, prometida del propietario de los páramos (Jean-Paul Rouve, como nunca antes se ha visto – poseído y soberbio), señor del castillo, que dirige una diversión estéril y depresiva en un espacio intemporal, donde todos flotan, filmados por una steadycam lasciva. Acompañado de su fiel bufón (Bouli Lanners, patético y magnífico a la vez) del cual se burla, John Deveau lidera a estos aburridos y mimados jóvenes pudientes, que le admiran porque el no teme a nada ni a nadie, y lo dice todo, sometiéndoles a sus deseos y aterrorizándoles con sus miradas. Este buen Mimmo también será avasallado por este príncipe de las tinieblas... justo hasta ael desenlace final, en una magnífica persecución bajo una nevada.

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Si bien, Stefan Liberski filma el ideal de nuestra sociedad y sus perversiones,Bunker Paradise [+lee también:
tráiler
entrevista: Stefan Liberski
ficha de la película
]
, no lo hace como una descripción minuciosa de una lucha de clases, sino como un relato intemporal y onírico, como una parábola. Alice es vagamente inocente y Mimmo pasa al otro lado del espejo, en el país de los niños consentidos. John Deveau es una figura romántica y sombría que habla y gestícula en una escena en la que interpreta su propio fracaso. Detrás suyo, cortante como el acero, hay un padre, que ha comprado el silencio y la desaparición de su hijo, reinventando el mito de Drácula. Como contraste luminoso a este viaje por la noche, un niño deambula por Japón y viene a intervalos regulares para resonar en el relato como la balada de un trobador. Este Japón, que reaparece sobre un dibujo en el Bunker, entre los deseos de Laetitia, y en una cena en la ciudad, sirve al relato para dejar su oscura significación como elemento diurno en un sueño. El transcurso avanza por medio de repeticiones inquietantes y resonancias, evolucionando justo lo suficiente para que la ficción se desarrolle entre las idas y vueltas de ciudad a Bunker, de angel a demonio, del aquí de nuestro mundo al allí de Japón. Un universo siempre entre perro y lobo, con escenas recomenzadas o elipsis temporales, cerradas por escenas de fondo negro que van conectando la obra en estado de ingravidez, Bunker Paradise , se superpone a los diferentes sueños de cada aspecto simbólico (lecturas sicoanalíticas y políticas, tragedia y cuento, mito literario y bíblico), trazando sus ritmos visuales y sonoros por la estrofas de un rondel melancólico y crepuscular.

Produicida por Patrice Quinet para Artémis Productions,, la casa de producción belga que él dirige, y por Liaison cinématographique, su homóloga basada en Francia, Bunker Paradise es también una coproducción con el francés Michel Propper (MP Productions), con la participación de las televisiones belgas RTBF y BeTV, la precompra de TPS y la inversión de EuropaCorp. Ha recibido la ayuda del Centro de Cine et y lo Audiovisual dela Comunidad francesa de Bélgica y los Teledistribudores valones, del Vlaams Audiovisueel Fonds, de Wallimages, del Programme Média. Se estrenará en Bélgica a través de Cinéart-Cinélibre. La distribución francesa aun está por negociarse.

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(Traducción del francés)

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