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Notas de realización

Un punto di vista inocente

Mis últimos filmes estaban todos ambientados en los años 70:Pasolini, I cento passi, incluso una gran parte de La meglio gioventù estaba ambientada en aquellos años que considero la preparación, el "laboratorio" de la Italia que nos encontramos hoy. Quería hacer un filme sobre el presente, pensé aprovechar uno de los fenómenos que más nos incumben: la irrupción de los emigrantes en nuestras vidas. Una de las cosas que más ha cambiado la fisonomía y el tejido de nuestras relaciones. Quería contar nuestra capacidad o incapacidad, a afrontar su presencia. Le pedí a Sandro Petraglia y Stefano Rulli ayudarme a desarrollar esta idea. Pensábamos que serviría un punto de vista "inocente", como de alguien que mirara a los emigrantes fuera de los esquemas del racismo o de la solidaridad, una mirada sin ideología. Por esto el protagonista es un adolescente, casi un niño, que todavía no ha consolidado el prejudicio y se encuentra expuesto a toda sugerencia. En la fase delicada del crecimiento, Sandro se interroga sobre la sexualidad, sobre el futuro, sobre quienes son sus padres. Empieza a ser critico y a no aceptar más las cosas como le son (o no le son) contadas.

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Cohabitación e integración

Sandro ve a los inmigrantes en la escuela, los ve en la fábrica, pero para él es como si fueran una extensión de las máquinas, un apéndice del torno o del banco de la escuela. Se intuye incluso - en la relación con su compañero de clase Samuel - una especie de rivalidad. Existe en efecto una cohabitación con los extranjeros pero no ciertamente una integración cultural. ¿Qué sucede si el hijo de un pequeño empresario se encuentra al improvisto en medio del mar sin esperanza de salvarse y viene en cambio recogido por una barca de clandestinos?. ¿Cómo contar no las acostumbradas cosas que vemos en la televisión - los desembarcos, las fuerzas del orden, las organizaciones humanitarias - sino su viaje, los riesgos a los cuáles son expuestos, las dinámicas en efervescencia de su convivencia forzada? Naturalmente no me hago ilusiones de ser uno de ellos, de saberlo contar como lo harían ellos. Mi punto de vista está condenado a permanecer externo, no puede ser sino como el de Sandro, compartir un trozo de su historia pero no es - y no será jamás - uno de ellos.

Las fuentes del filme

Entre las fuentes: el libro de Maria Pace Ottieri que ha dado el título al filme, "Emigrantes" de Claudio Camarca, un pequeño ensayo de Giuseppe Mantovani que se titula "Intercultura"... y naturalmente el cine. De una manera no explicita hay un eco de Germania, anno zero (Alemania, año cero) de Roberto Rossellini o de I bambini ci guardano (Los niños que nos miran) di Vittorio De Sica. El paseo final del muchacho en la "Corea" milanesa es un poco, en horizontal, el paseo que en Germania, anno zero el pequeño Edmund hace en vertical, antes de lanzarse. Como en La meglio gioventù, está también Truffaut - que citado con un tema musical compuesto por Georges Delerue para La peau douce (La piel suave) -, porque pocos como él han sabido contar la fragilidad de la adolescencia y los traumas del pasaje hacia la madurez.

El protagonista

Para el rol de Sandro, el protagonista, había varios candidatos. Los muchachos - si aceptas secundarlos - son muy talentosos. Matteo Gadola tenía algo más. No se ni siquiera si buscar definir este algo, no quisiera cargarlo de expectativas cuando sería más justo dejarlo a su vida de adolescente, con la música, la playstation y los amigos. Matteo Gadola tiene la estructura moral de un adulto, no de un adulto cualquiera (conozco a muchos que no la tienen) sino de un adulto bastaste responsable de la empresa que ha decido comenzar. Es una persona leal y orgullosa. No ha habido un solo momento en el cual se haya comportado "en niño". Un compañero de trabajo serio, diligente, muy exigente con si mismo. Podría parecer el retrato de un pequeño monstruo, muy al contrario: Matteo es un muchacho alegre, sociable, ocurrente y sin pelos en la lengua, un gran compañero de trabajo.

La música

Desde el principio pensé poner poca música. Considerándola un tejido conectivo extraordinario, pensé que los sonidos del ambiente debían destacarse: el trafico, las máquinas, el crujido de la madera, el viento, el aire, el ruido del mar. Resistí a la tentación de usar música "étnica", me parecía demasiado obvia. Utilicé la música de otros filmes: La peau douce de François Truffaut (música di Georges Delerue) y Lezioni di piano de Jane Campion (música de Michael Nyman). Hay además una canción de Eros Ramazzotti que tiene una función crucial: la tararea Alina en la barca y hace de guía de Sandro en la fábrica abandonada, un poco como la voz de Doris Day en el L’uomo che sapeva troppo de Hitchcock. Ramazzotti es muy conocido fuera de Italia; y perfectamente plausible que una muchacha rumana la conozca de memoria. La idea nació durante las tomas. Le pedí a la pequeña Esther cantarla para ella, como si en aquellas notas se condensasen todas las ilusiones que de su tierra la han llevado a Italia.

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