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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Estrellita

por 

- Metod Pevec firma una fabula moral de dolor y reconciliación, en una sociedad que parece padecer la fascinación de un capitalismo naciente, capaz de influenciar negativamente las relaciones humanas

La primera película eslovena que llega a Italia en este 2008 es Estrellita, presente en la cartelera desde el viernes pasado con 6 copias. Tras su reciente estreno en el Festival de Cine de Trieste Film Festival, ha conquistado el segundo lugar entre las preferencias del público. Su director, Metod Pevec es un actor y escritor cuyo debut como director fue en 1995 con Carmen (basado en la novela homónima). Ha alcanzado fama internacional con Beneath Her Window, proyectado en el 2003 en Karlovy Vary y en una treintena de festivales internacionales, siendo además distribuido en Suiza. La misma suerte le espera a su nuevo trabajo, que se estrenará en Austria y Alemania en cuanto que su doblaje a esta lengua haya sido finalizado.

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Estrellita comienza con el último concierto de Mihael Fabiani, un virtuoso del violín. El telón se cierra y, unos instantes después vuelve a alzarse, mostrando a la platea (y al espectador) el cuerpo sin vida del músico. Mihael ha muerto, en la zona de sombra entre el palco y detrás de bastidores. Su esposa Dora, pianista que durante treinta años ha vivido en la sombra del genio, creía conocerlo. Pero en el funeral, donde nadie derrama una lágrima, ni su hijo, ni sus amigos, ni la orquesta que para la ocasión toca Bach, cruza la mirada con la única persona verdaderamente apesadumbrada. Es Amir, un muchacho bosnio que asegura haber tocado con el artista en algunos locales de mala fama. Dora lo escucha e, impresionada por su talento, decide ayudarlo regalándole el violín de su marido y haciéndolo estudiar con una profesora que, otro descubrimiento, durante años fue la amante de Mihael. Sin embargo, Julian, el hijo de Dora, no está de acuerdo, pues, para él, el violín es sobre todo un bien económico. Aboga por tratar de venderlo o bien utilizarlo para obtener los favores de la madre de Amir.

Pevec, que ha sido guionista junto con Gareth Jones y Abdulah Sidran y es amigo de Emir Kusturica en sus comienzos, trata de no caer en el maniqueísmo, infundiendo en todos sus personajes una dosis de humanidad que los acerca a los espectadores. Las culpas, si de culpas se puede hablar en una sociedad que parece dejarse influenciar por la fascinación de un capitalismo naciente pero ya bastante difundido como para contaminar la armonía de las relaciones humanas, atraviesan transversalmente generaciones y clases sociales, desde el padre alcohólico de Amir al hijo sin valores de Dora, pero finalmente prevalecen la redención, el perdón, la conciliación. El dolor no divide y la tristeza es la vía para obtener la purificación. La película tiene aires de fábula moral, en un clima de resignación. Y no aprovecha al máximo la idea más extraña de la historia: la presencia del difunto que flota y que, casi de modo subversivo, se manifiesta derribando lugares comunes y tópicos.

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