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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Buried (Enterrado)

por 

- La película española que arrasa en festivales como Sundance es un angustioso thriller que mete al espectador en el mismo ataúd donde está encerrado su protagonista

Unos ágiles títulos de crédito, que siguen la estela de los que Saul Bass diseñó para Hitchcock, nos sumergen, sin más preámbulos, bajo tierra. Allí reina la oscuridad. Se oyen golpes, una voz asustada, una respiración agitada. El negro se mantiene en la pantalla y nos sentimos atrapados, enterrados, sumergidos en la sala de cine, casi tan claustrofóbica como el ataúd donde Paul Conroy (el actor canadiense Ryan Reynolds), un civil que trabaja como transportista para el ejército americano, se despierta. Ha encendido un mechero y podemos apreciar su mirada aterrorizada, cómo da patadas a las paredes y la arena del desierto iraquí se cuela por los resquicios del techo de madera que sólo dista unos centímetros de su rostro aterrado. Porque Conroy está enterrado vivo, dentro de un ataúd, en un lugar indefinido del desierto. Y nosotros, espectadores, también. Durante los siguientes 90 minutos vamos a ser sus compañeros de cautiverio. Por lo tanto, si usted sufre algún tipo de fobia espacial, tal vez no aguante la experiencia que propone esta película.

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Rodrigo Cortés no le permite un minuto de descanso al público. Le hace sentir lo mismo que a su protagonista: angustia, miedo, pánico, esperanza, desconcierto, impotencia, tristeza y desesperación. Y lo consigue con una realización briosa que aprovecha recursos cinematográficos inusitados. La tensión no decae a lo largo de un metraje sustentado en un guión que transita por todo el arco de emociones sin salir nunca de la maldita caja donde Conroy (y usted, espectador, inocente como el personaje) ha sido enterrado.

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ficha de la película
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es un film atípico. No sólo por su argumento y la experiencia límite a la que empuja a quien la ve, incluso en su concepción y realización. Rodado en Barcelona, en 17 días de agosto de 2009, con la iluminación básica que se aprecia en el film -un encendedor, una linterna, un teléfono móvil y una barra de luz-, un equipo español (exceptuando al actor principal y al guionista) y un presupuesto que no llega a los dos millones de euros. Tan exigua empresa se ha convertido en uno de los títulos del año, ha triunfado en numerosos festivales, se estrena en EEUU con 2.000 copias y tiene ya distribución alrededor de todo el planeta

Seguramente dicha proeza sea el resultado de la pasión, el esfuerzo y la ambición de Rodrigo Cortés, que se propuso atrapar Con la muerte en los talones (North by Northwest) en un cajón de madera. Y visto el resultado, lo ha logrado, pues la película va transitando desde el thriller de máxima tensión a otros géneros como el cine de acción o el drama más conmovedor. Una experiencia fascinante que se inicia sin saber nada del personaje central para, 90 minutos después, haber conocido no sólo sus circunstancias, sino incluso las de una sociedad donde el hombre está en manos de un sistema donde cuenta muy poco.

El objetivo de Cortés parece cumplido. Las críticas del film han sido excelentes en EEUU y en Internet, y se habla de Sigourney Weaver como estrella de su siguiente proyecto. Todo un triunfo para una producción española, con un enérgico guión y con una caja de madera como localización central. Hasta el mismísimo Hitchcock aplaudiría Buried (Enterrado).

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