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Francesca Comencini • Directora

Denuncia, solidaridad y testimonio

por 

- Encuentro en París con la realizadora italiana con motivo de la salida francesa y belga de J’aime travailler

De paso en París para la salida de su última película, J’aime travailler, Francesca Comencini describe la génesis de su largometraje consagrado al acoso moral en la empresa. Un tema difícil que la realizadora eligió rodar en condiciones próxima al documental y en un espíritu de testimonio. Una ocasión también de mencionar sus proyectos y de lanzar un llamado a los coproductores europeos.

Cineuropa: ¿Por qué Ud. eligió tratar el tema del acoso moral en la empresa?
Francesca Comencini: Al principio, se trataba de una curiosidad, entender este mecanismo del que me había propuesto hablar, saber si existía de verdad y cómo se desarrollaba. Ya que este proceso de aislamiento, de demolición progresiva de la personalidad de alguien dentro de su trabajo es una mezcla de componentes, a la vez económicos, sociales y humanos, que es muy interesante, un poco misteriosa, inquietante, por lo tanto un buen tema de cine. Es un ángulo de ataque que permite hablar de un determinado número de cuestiones de tipo socioeconómicas a través de la emoción y de un registro cinematográfico, y salir de la simple denuncia. Ya que es un problema que afecta la intimidad de la gente. Es también una película solidaria con las mujeres que trabajan, con las madres sobre todo. Las mujeres con quienes me entrevisté me contaron historias increíbles que yo endulcé. Debido a la influencia religiosa, Italia es un país que se construye sobre el mito de la maternidad, de la familia. Darme cuenta que en este país, se trata a las madres de este modo, me escandalizó verdaderamente.

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¿Cómo decidió abordar el rodaje?
Saqué partido de mi experiencia de documentalista. El mundo del trabajo cambió y ya no es representado en el cine italiano. Sabía que no tendría medios financieros, ni incluso la capacidad de reproducir completamente en el modo ficticio algo que precisamente se conoce poco: lo que pasa en las oficinas, en la empresa. Toda la película es una alianza de condiciones económicas y elecciones cinematográficas. Decidí rodar en una verdadera empresa en Roma en la cual se nos concedieron algunas oficinas vacías, pero la gente seguía trabajando al lado y a menudo nos hemos infiltrado en ese verdadero trabajo. El guión y los diálogos no estaban escritos. Recurrí a actores no profesionales contratados gracias a los sindicatos y que nos aportaron sus propias experiencias, el lenguaje de la empresa. Intenté poner juntos una especie de documental sobre una empresa de hoy y una ficción sobre la vida emotiva e íntima de esta mujer.

Anna, su personaje principal, vive casi en autarquía.
Es una sola mujer. En la actualidad, la organización del trabajo entrena la soledad, a una parcelación de los seres que dificulta la solidaridad y la toma de conciencia colectiva y política. Es un gran cambio con relación a la imagen y al mundo del trabajo. Anna es el equivalente de una obrera de antes, su salario y su estatuto la colocan en la parte más baja de la escala. Pero las obreras de antaño tenían camaradas, un estatuto muy preciso, mientras que la gente ahora está muy sola en esta nueva organización del trabajo. Por otra parte, una mujer que educa sola a su hija con un salario muy bajo y que debe alojarse, alimentarse, vestirse, en una ciudad como Roma no tiene los medios de salir adelante. Ella está un poco replegada sobre su hija pero es una característica que toma la vida de toda mujer que educa sola a sus niños.

¿Cuál fue la contribución de Nicoletta Braschi?
La idea estaba muy clara: una única actriz profesional y todo el resto del reparto compuesto de no profesionales. Con, sin embargo, mucho rigor ya que era una elección aventurada. Deseaba tener a Nicoletta Braschi por razones puramente artísticas. No esperamos tener las financiaciones, con 400.000 euros de presupuesto nadie fue pagado, excepto por haber participado. Quería hacerlo como una película de cine, y también como una película testigo, en un corto plazo de tiempo y con una economía y una ligereza próxima al documental. Recogí testimonios para un mini documental que prácticamente ofrecí a los sindicatos, luego tuve una especie de impulso y decidí hacer la película, recurriendo a amigos técnicos disponibles para venir a trabajar. Ellos también fueron compensados solamente por su participación. Estaba rodeada de gente de gran calidad como el director de la fotografía más importante actualmente en Italia.

¿Cuál es su próximo proyecto?
Escribí un guión con Erri de Luca, una adaptación de su novela Monte di Dio, una fábula muy realista que se desarrolla en las calles de Nápoles. Pero en Italia, todas las puertas de los productores se cerraron ante nosotros. Entonces estoy escribiendo una nueva historia que espero llegar a montar. Creo que el cine italiano y europeo no son el cine americano y que deben dejar de intentar serlo. El cine italiano fue muy grande cuando fue artesanal, particular, diferente, inclasificable. No se puede ponerlo en los sectores de la comercialización de hoy. Por lo tanto es la lógica que reina actualmente con las financiaciones públicas concedidas a los proyectos que ya recibieron dinero de las cadenas de tele, que ya hicieron entradas. Sin embargo, hay, y es milagroso, formas de resistencia, películas espléndidas en cuanto a la creatividad. Paradójicamente, el tiempo es más bien condescendiente con estas pequeñas joyas aisladas y formidables.


Biografía

Nacida en 1961 en Roma, Francesca Comencini es la hija del famoso realizador Luigi Comencini. Pasa a la realización con Pianoforte en 1984 y obtiene el premio De Sica en el festival de Venecia. Participa a continuación en las películas de su padre como guionista de Un enfant de Calabre (1987) y La Bohême. Casada con Daniel Toscan du Plantier, se instala en Francia donde realiza el rodaje en 1988 y 1991 de i>La lumière du lac y Annabelle partagée. Después de haberse alejado algunos años del cine para consagrarse a sus tres hijos, vuelve por medio del documental en 1997. Luego firma Zeno, le parole di mio padre, seleccionada en 2001 en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes, antes de comprometerse en el terreno del cine político y social con dos documentales sobre el G8 de Génova, la obra colectiva Un altro mondo è possibiley Carlo Giuliani, ragazzo que trata de la muerte de un joven manifestante provocada por un policía. Una vena social que explora de nuevo por medio de la ficción en Mi Piace lavorare (2004).

Filmografía

2004, Mi Piace lavorare
2003, Firenze, il nostro domani, documental
2003, Carlo Giuliani, ragazzo , documental

2001, Un altro mondo è possibile, documental colectivo
2001, Zeno, le parole di mio padre
1997, Shakespeare a Palermo, documental
1997, Elsa Morante, documental
1991, Annabelle partagée
1988, a lumière du lac
1984, Pianoforte

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