08/11/2006 - Encuentro con un actor que se revela un cineasta explorador de la infancia y la complejidad de lo humano con un realismo sin disimulo

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Cineuropa: ¿Cuándo decidió pasar detrás de la cámara?
Kim Rossi Stuart: Entre los 17 y 20 años, había escrito un guión, pero no logré montar el filme. Tenía mucho interés por la profesión de actor y eso me permitió estudiar la manera de trabajar de los realizadores. Ser actualmente conocido en Italia probablemente me ha ayudado a montar Libero pero, al principio, yo no quería actuar en el filme. Tuve que hacerlo como consecuencia del desistimiento de un actor. Dos semanas antes del rodaje, la producción me dijo: o actúas o el filme no se hace. Entonces...Es un buen rol, pero sinceramente yo hubiera preferido una experiencia de pura realización.

¿Por qué haber elegido el sujeto de la infancia?
A esta edad ocurren acontecimientos que marcan para toda la vida. Es quizás el momento más importante de la existencia. Bajo esta perspectiva, el tema me parecía completamente universal. La historia nació tres años antes de la realización y deseé trabajar enormemente con mis coguionistas, ya que veía muy a menudo películas que llegan al rodaje con guiones poco minuciosos. En la escritura, intentamos describir personalidades complejas, reales, entonces contradictorias, sin buenos ni malos, incluso si los adultos revelan mucho egoísmo. Quería contar la historia de un malestar, de un joven que tiene una infancia sin problemas, pero más bien hecha de soledad y sufrimiento. Pero pretendí evitar un tratamiento unilateral e intenté encaminar la primera mitad de la película hacia la comedia .

Muy realista, Libero oculta una gran violencia psicológica. ¿Qué partido ha tomado en ese ámbito?
No me di cuenta a posteriori del verdadero grado de violencia psicológica existente en las relaciones entre este niño y los adultos, aunque sí era parcialmente consciente en la escritura. Esta verdad, es un código que seguí desde el guión, al principio por gusto personal, a continuación, si se quiere realizar una película con niños y con un toque de sinceridad y no cubierto de pátina, sólo se puede seguir la verdad máxima. La vida de Tommy no es triste, sino dura, ya que los sentimientos existen entre los miembros de su familia. Es la razón por la cual he elegido a Barbora Bobulova para interpretar a la madre, un personaje que necesitaba una determinada pureza, expresar una problemática compleja: huir de sí mismo, tener miedo de que su vida no esté allí, sino quizás en otra parte, por lo tanto, escaparse con su neurosis .

Libero utiliza muy pocos movimientos de cámara.
Yo quería que la cámara se desplazase sólo en función de los movimientos interiores de los personajes, de sus almas. Y deseaba permanecer lo más próximo posible de la visión humana, poner al espectador en la posición de espionar la realidad. En cuanto a nosotros, los técnicos estaban aterrados ya que rodábamos en situaciones reales con los ruidos de la calle. Eso hubiera podido ser un problema, pero me gustó en la mezcla de los sonidos escuchar ese mundo en movimiento, la vida que continúa fuera mientras que nuestros personajes viven acontecimientos tan graves y preferí no filtrar esos sonidos. Hay también muy poca música.

¿Cuáles son sus mayores influencias?
No soy un gran cinéfilo y no quiero condicionarme viendo demasiados filmes. Ya que tengo la ambición de crear algo único, lo que no quiere decir bonito o feo, sino personal. Sin embargo, me gustan mucho Paul Thomas Anderson, Pasolini, Cassavetes, Bergman, Truffaut, De Sicca, Kieslowski, Téchiné... Es más difícil apreciar el cine americano, pero cuando me sucede, es extraordinario. Globalmente, prefiero el cine europeo, en particular el francés, ya que está más dirigido hacia la introspección.