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Ulrich Kohler • Director

“la alienación de la gente que vive lejos de sus orígenes”

por 

- El cineasta alemán explica cómo se interesó en Sleeping Sickness por la cuestión de los expatriados europeos que trabajan en la ayuda al desarrollo en el continente africano.

Acompañado de sus actores Hippolyte Girardot, Jean-Christophe Folly, Jenny Schily y Pierre Bokma, y de la productora Janine Jackowski, el cineasta alemán Ulrich Köhler analizó para la prensa internacional su Sleeping Sickness (Schlafkrankheit), por la cual recibió el Oso de plata al mejor director en la Berlinale de 2011.

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es una crítica mordaz a la ayuda al desarrollo llevada a cabo en África. ¿Cuál es su punto de vista sobre este tema?

Ulrich Köhler: No estoy necesariamente de acuerdo con todos mis personajes. No soy neoliberal: no creo que los mercados resuelvan todos los problemas, pero, al mismo tiempo, es evidente que la ayuda al desarrollo nunca fue realmente exitosa, por diferentes motivos. Yo no soy economista; afortunadamente sólo soy un cineasta y no soy yo quien debe dar respuestas. Sí creo, con todo, que hay una cierta ingenuidad (que no comparto) en los discursos occidentales como los de Bono y Bob Geldof, que creen que todos los problemas de África se resolverán con mucho dinero. Hay proyectos que se lanzan con muchísimo entusiasmo y muchos medios y que fracasan al cabo de cinco años. En mi posición, al no ser un político, me doy el lujo de ser ambivalente; pero tampoco hay que ser inocente frente a los discursos de hombres como el de mi película, los discursos anti-ayudas al desarrollo de teóricos y economistas de África que en realidad están financiados por think-tanks [laboratorios de ideas] liberales provenientes de países occidentales.

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Su punto de partida es la enfermedad, pero la película aborda luego una serie de temas, en particular la compleja situación de los expatriados occidentales en África.
Pienso que el título y la opción de la enfermedad tienen algo de metafórico. Cuando comencé a escribir el guión, la epidemia no era aún el asunto principal. Yo seguía buscando y, posteriormente, me reuní con especialistas en este campo que me interesaron mucho. Sin embargo, a pesar del título, el objetivo principal no es hablar de esta enfermedad, sino de la alienación de la gente que vive lejos de sus orígenes. No creo que mis protagonistas carezcan de sentimientos humanos, pero es muy difícil y complejo vivir en una sociedad de la cual jamás se formará parte mientras que, al mismo tiempo, uno se acostumbra al estatus y a la autonomía que se puede tener allí, algo que jamás se habría alcanzado hasta ese punto si uno hubiese seguido trabajando en Alemania, algo a lo que es difícil renunciar.

¿Tienen el relato y los personajes una base autobiográfica?
Sí, por supuesto: mis padres trabajaron en el ámbito humanitario. Espero tener una vista compleja de la situación de los expatriados en África. Hay europeos que viven felices en África, pero, por supuesto, también hay gente como el personaje de Girardot, que está un poco perdido y se vuelve alcohólico. La elección de la suerte de Gaspar obedece también a una lógica dramatúrgica, pero espero que mis personajes conserven ciertos matices diferenciadores.

¿Le han influido algunas obras, como la de Joseph Conrad?
Sí, claro, pero también vi muchas películas y, para mí, la realidad no tiene el lado romántico de Memorias de África, ni el gusto sistemático por la miseria humana de las películas donde se ve a la gente correr por todas partes con un machete en la mano y matar. En efecto, fue Tayeb Salih más que Conrad quien me dio el coraje para realizar esta película, porque naturalmente me pregunté si yo, en tanto que europeo, tenía el derecho a hacer una película sobre África con esta perspectiva eurocéntrica. También por esta razón quise recordar a los africanos que viven ahora en el norte, lejos de su continente.

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