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Michel Hazanavicius • Director

"Tenía una pequeña arma secreta"

por 

- El cineasta francés habla de The Artist, una apuesta arriesgada y a la postre exitosa por el cine mudo en blanco y negro para el público del s. XXI

El director francés, acompañado por los actores Jean Dujardin y Bérénice Béjo, explicó a la prensa internacional porqué se lanzo en la sorprendente aventura de The Artist [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Michel Hazanavicius
ficha de la película
]
, una película muda en blanco y negro presentada en competición en el Festival de Cannes.

¿Quiso hacer una película muda para rendir homenaje al cine o para probar con un estilo de narración al cual no estaba acostumbrado?
Michel Hazanavicius: Al cual nadie estaba acostumbrado desde hace mucho tiempo. En primer lugar estaba el formato: tenía ganas de experimentar esta manera de contar que podemos llamar pura y llanamente cine, puramente visual y que para mi dio origen a los más grandes directores de la historia. Todo esto me interesaba muchísimo sin saber si era capaz de llevarlo a cabo. Tenía una pequeña arma secreta porque yo comenzaba donde los grandes cineastas lo habían dejado en 1927, y contaba además con 90 años de narración y de perfeccionamiento de las técnicas cinematográficas. No hay que olvidar que en esa época el cine acababa de nacer y que el trabajo sobre la música, sobre el ritmo, etc., cambió muchísimo. A todo esto se sumó la historia: traté de escribir una historia que me permitiera trabajar el formato.

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¿Cómo evitó caer en el ejercicio de estilo y la imitación?
Fue mi intención desde el principio. Vi muchas películas mudas para comprender las reglas del juego. Rápidamente, me pareció que una comedia, y aún más una comedia irónica, no lograría mantener el interés de los espectadores durante hora y media. Por si fuera poco, el formato mudo les impone a estos últimos una manera de vivir las películas que hace que el melodrama, la historia de amor en particular, sea, en mi opinión, el género que mejor pega con este formato. Por ejemplo, Chaplin es considerado un cómico pero todos sus largometrajes son esencialmente melodramas con toques humorísticos. El melodrama también está en Murnau, Borzage, King Vidor… A partir de allí, se imponía una historia sin segundas lecturas y un trabajo que no fuese ni caricaturesco, ni basado en la parodia, sino desarrollado en un marco en el que pudiéramos divertirnos y divertir, una película popular, no una obra puntiaguda con varias interpretaciones. Esto fue lo que motivó todas las elecciones posteriores: la luz, el decorado, el reparto y, evidentemente, la historia. En relación a los gestos, por ejemplo, filmamos 22 imágenes por segundo, lo que permite dar un acelerado que casi apenas se percibe. Al ensayar, vimos que a 20 imágenes por segundo, caíamos un poco en la imitación, que los actores comenzaban a moverse como en Mack Sennet y se volvían un poco graciosos. Pero con 24 imágenes por segundo, no teníamos el sabor de los años 20, del cine mudo. Es un ejemplo de cómo el trabajo consistió en ir en consonancia con todo esto.

Una película muda en blanco y negro en la época del 3D es una apuesta audaz.
Yo rindo homenaje a mi productor, Thomás Langmann, que fue quien permitió que se realizara esta película. Me encuentro en una posición bastante privilegiada porque cuando digo “me gustaría mucho hacer esto”, la gente trabaja y dice cuánto va a costar. Después alguien dice que no es posible, pero a pesar de todo lo intentamos. Esta libertad tiene un precio y es muy difícil imponer este tipo de película a un mercado que está dominado por otras prioridades. Tuve suerte de haber triunfado con mis dos películas anteriores y que luego Thomás me acompañase y que los actores se arriesgasen.

La película cuenta con numerosas influencias, y hace pensar a veces en Cantando bajo la lluvia o incluso en Borzage.
Al principio, recordé una historia contada por el autor dramático Jean-Claude Grumberg que quería escribir sobre un actor que cayó en el olvido con la llegada del cine sonoro. Propuso la idea a un productor y este le respondió: "es formidable, me encanta la historia, pero ambientarla en los años 20 es un poco caro, ¿podría desarrollarse en los años 60?". Esta historia me gustó. Cantando bajo la lluvia no fue una fuente de inspiración aunque algunas escenas sí recuerdan a ella. En cuanto a Borzage, hay una cita consciente. Hay muchos otros. A veces es una cita; a veces, un homenaje; a veces, un robo. Me digo que si se hace con gusto, saldrá bien. Hay unas escenas que vienen directamente de The Spy, de Fritz Lang. Son pequeñas cosas, pero esto forma parte un poco del proyecto, como los artistas de la música y la pintura, que se mantienen a través de los siglos.

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