02/11/2011 - El cineasta que sorprendió con Casual day vuelve a arremeter contra las contradicciones de hoy día con Cinco metros cuadrados, una tragicomedia que arrasó en el festival de Málaga.

Cineuropa: ¿Cómo te planteaste abordar en una película el peliagudo tema de la crisis inmobiliaria?
Max Lemcke: Cuando estábamos empezando, allá por 2007-8, aún no había estallado la crisis del ladrillo y, simplemente, empezamos a leer en la prensa sobre algunos casos de afectados que se estaban dando. Entonces nos pareció que podíamos contar algo actual que no se estaba mostrando en el cine y, además, veníamos de una tradición de grandes películas españolas que abordan este mismo conflicto, como El inquilino, El pisito y El verdugo. Es éste un problema que está siempre ahí, latente. Pero no hubo la intención de rodar una película sobre la crisis tal y como la conocemos ahora: luego nos dimos cuenta de que mostrábamos algo que estalló delante de todos, algo que todos habíamos pensado que iba a ocurrir.

Los créditos iniciales de tu película muestran también la monstruosidad urbanística de Benidorm.
Sí, estoy muy orgulloso de esos créditos. Fue algo que surgió espontaneamente: no estaban en el guión. Surgió por hazar porque pensábamos usar un helicóptero para rodar el asalto de la policía. Entonces volamos hasta Benidorm y la visión de los rascacielos, desde arriba, era impresionante. Se me ocurrió que podíamos aprovecharla para ilustrar la apertura de la película, que fuera un adelanto de lo que íbamos a contar: ese paisaje urbanístico que parece una gran maqueta, muy característico de lo que ha pasado.

¿Cambió el rumbo de la película el cosechar tanto éxito en el Festival de Málaga?
Lo facilitó todo. Llegamos a Málaga sin distribución y sin televisión que hubiera comprado el film. La manera de producir Cinco metros cuadrados [+lee también:
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entrevista: Max Lemcke
ficha de la película] ha sido distinta a lo habitual: no poseía financiación a priori de ninguna televisión. La productora ha corrido con la financiacion en su totalidad. Eso no es muy común en el cine español, pero al ganar Málaga entró Televisión Española, lo cual es necesario para distribuirla, se hable de ella y tenga otra dimensión: porque TVE posee una ventana para el cine español, con un programa dedicado a él (Versión española), con lo cual se ganarán nuevos espectadores. Málaga fue el espaldarazo definitivo y el film salió muy reforzado del festival: fuimos la cinta más premiada.

¿Qué coste tuvo la película?
Unos dos millones de euros.

¿La podemos definir como tragicomedia?
Sí, se ajusta mucho a lo que es Cinco metros cuadrados: nos gusta ese humor negro, esa situación en la que se te congela un poco la sonrisa. Creo que es más oscura que Casual Day porque tiene menos gags, pero los tiene y te das cuenta de que la situación es trágica: hacen reir pero, a la vez, son tristes y duros. A veces cuando no sabemos definir un film lo etiquetamos facilmente como comedia, pero no es el caso, porque a pesar de que cuenta con actores que han hecho grandes papeles cómicos, la película tiene otro tono.

¿Para qué sirve reirnos de nuestras miserias?
Nos ayuda un poco a vernos de frente, a aprender de nosotros reconociendo nuestra forma de ser. Lo paso muy bien haciendo este tipo de cine.

¿Fue complicada de rodar la escena de acción?
Sí, porque teníamos que jugar con el helicóptero. El problema del cine español no reside en el aspecto técnico, sino en las limitaciones de presupuesto. Había que resolverlo todo en un tiempo límite. En las primeras versiones no estaba el helicóptero, pero como me parecía interesante ver lo que pasaba desde arriba y tener ese punto de vista, luché por incluirlo. Y luego lo usé para los créditos iniciales y el plano final.

¿Tus proyectos seguirán en la misma línea crítica?
Quizas intentemos cerrar una especie de trilogía: si en Casual Day hablamos del mundo del trabajo, en Cinco metros cuadrados de tener una casa o nido y en el proximo estará retratado el mundo de la familia, su influencia y su destrucción. Pero esto va cambiando en las reuniones que tenemos: a ver cómo acaba...