05/02/2013 - La autora de La vida secreta de las palabras (4 Goyas en 2006) presenta en la Berlinale Ayer no termina nunca, su film más amargo, crítico y arriesgado.

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Isabel Coixet: La verdad es que sí. Soy una persona todo terreno: puedo rodar una película con un super equipo o puedo hacerlo con uno reducido, donde todos nos conocemos, porque hemos trabajado antes juntos y muchas cuestiones ya las tenemos habladas pues sabemos cómo funcionamos. También quería incidir en el trabajo interpretativo de dos actores (Candela Peña y Javier Cámara): eso me apetecía mucho. Pero acabo de terminar el rodaje de una película -el thriller Panda eyes- que es todo lo contrario y voy a empezar otra -que transcurre en el Polo Norte- que tampoco tiene nada que ver. El cine, concebido como aventura y aprendizaje, es el que me interesa.

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¿Por eso has auto producido la película: para ser totalmente libre?
Si, yo he financiado el rodaje de la película a través de mi productora Miss Wasabi. La coproductora, A Contracorriente Films, se está ocupando de una parte importante que los cineastas a veces olvidamos: la distribución, exhibición y promoción. Yo me pierdo en este mundo de la financiación, los bancos y las subvenciones. Por el tipo de película que es y por lo que cuenta sería contradictorio tener una mega producción y subvenciones: no se han pedido.

¿Se ensayó mucho con los dos únicos actores?
Sí y se convirtió en un psicodrama, donde cada uno defendía a esos personajes desde su mundo y punto de vista. Tuvimos discusiones sobre momentos clave de la película en los que se dicen cosas primarias que son básicas: lo que piensan de la vida, del dolor, del control del sufrimiento... El rodaje consistió en jornadas maratonianas durante casi tres semanas.

¿Sientes que ésta es tu película más experimental y de crítica social?
No quería dejar de plantear lo que estamos viviendo. Candela dice: "Estamos en Gotham city y cada día nos levantamos con una noticia peor, esperando que alguien nos salve, a ver si viene Batman". Lo que pasa es tan terrible que sólo una fuerza superior podría cambiarlo: una especie de torbellino, de regeneración moral que nos sacara de este marasmo. No tengo ninguna tesis, sólo puedo ofrecer mi perplejidad y la de mucha gente que se sentirá identificada: estamos como zombies, esperando qué será lo próximo.

Hay otra frase tremenda del personaje de Candela: "Yo ya no sé lo que es normal".
Si hace diez años nos hubieran anunciado lo que está pasando, hubiéramos pensado que era imposible. Todo puede pasar. Yo tampoco sé lo que es normal.

Otra de las cosas que denuncia Candela de esta crisis es la pérdida de los sueños y la ilusión.
Si, estamos como metidos en una niebla muy espesa y no nos damos cuenta de que si saltáramos un poco, si nos pusiéramos de puntillas, veríamos que sólo nos llega hasta la coronilla, que no hay más allá. Vale, tenemos menos dinero y todo está muy mal, pero vamos a ver cómo podemos girar la cabeza e ir por otro sitio; pero seguimos como nadando en la oscuridad y en la niebla. Yo, la primera.

También la película expone la disyuntiva ante la crisis: quedarse en España o irse fuera.
Son decisiones que uno toma. Hay gente que puede salir, que está preparada para hacerlo y no le cuesta, y hay otra a quien se le hace un mundo. Yo conozco a una persona, que fue al colegio conmigo y trabajaba en una editorial, que ha estado viviendo tres meses en su coche. No es una realidad paralela, no, estamos metidos en ella. Y a la vez conozco gente que se está movilizando con pequeñas acciones y la solidaridad está aflorando; gente que toma conciencia de lo que pasa y se plantea cómo se puede cambiar.

Hablando de cambiar las cosas, en Berlín vas a participar también en una reunión de mujeres cineastas.
Si, de la EWA: asociación de mujeres del audiovisual europeo. Yo soy la presidenta de honor o algo así y vamos a hablar de qué podemos hacer, de la visibilidad y de todas esas cosas que nos toca hablar a las mujeres, porque si no nadie más va a hablar de ello.