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Laurent Koszalka • Director

"Prefiero tomar el camino de la experimentación"

por 

- El renombrado director de fotografía y documentalista polaco Marcin Koszalka habla de su primera película como director, The Red Spider.

Laurent Koszalka  • Director

Cineuropa: A usted se le conoce sobre todo por su labor de documentalista y director de fotografía. The Red Spider [+lee también:
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tráiler
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es su primer largometraje de ficción, si bien la ficción ya estaba presente en sus documentales, que contenían escenas totalmente inventadas.
Marcin Koszalka: No creo en el tipo de documental que registra sin más la realidad. Siempre me dijeron, durante mis estudios, que el documental objetivo no existe, que un universo siempre queda transformado e interpretado por el director. Naturalmente, podemos hacer un reportaje televisado en el que tratar de presentar las opiniones de unos y de otros, los pros y los contras, para intentar llegar a una conclusión objetiva; pero en el caso de los documentales de autor que yo defiendo, siempre hay una visión del autor, una transformación de la realidad, con la condición, por supuesto, de trabajar sobre esa realidad y sobre esos personajes determinados. No tengo derecho de cambiar sus vidas pero puedo modelarlas un poco a mi manera, puesto que, si hago cine, lo hago un poco sobre mí: yo elijo los personajes según mi propio criterio. Para mí, es una especie de terapia.

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El tema principal de The Red Spider, esto es, un asesino en serie, es un asunto clásico que podría haber derivado fácilmente en una película de género. Pero no ocurre esto en su obra.
El premio que me atribuyeron los críticos en el festival de Arras me reconfortó en la medida en que apoyaba mi elección de ir contra corriente, de tomar riesgos con esta película. En lugar de probarme a mí mismo y al público mis capacidades como director de cine de género, he optado por tomar el camino de la experimentación. Por un lado, hay un riesgo, pero, por otro, es decisión que me permite enfrentarme a aquello que los otros han hecho mil veces. Me hacía falta trabajar el tema a mi manera, lo cual es toda una tentación. No es el tema de mi vida pero confieso que es algo que me produce una fascinación profunda y un tanto perversa. Ahí descubro mi lado oscuro y no escondo que el enigma del mal me atrae.

El fondo de la historia es vago y ambiguo. El público no encuentra respuestas a sus preguntas sobre las motivaciones de los personajes.
Para mí, era la única opción posible. Tratar de definir el mal y explicarlo habría sido una solución banal y kitsch. No evito totalmente dar respuestas: apunto nociones sobre los motivos de los protagonistas, sus contextos, la vida, la ciudad, sus allegados y las condiciones externas. La cinta no habría tenido sentido si hubiera intentado dar al espectador una explicación directa del mal.

En The Red Spider, hay referencias a sus películas anteriores, sobre todo a Killing out of Lust y Declaration of Immortality. Al final, puede dar la impresión de que está contando una historia única a través de todas sus películas.
Totalmente; todo es una continuación: una historia entra en otra, se cruzan, se completan y se siguen. Es mi viaje.

¿Hasta qué punto el contexto histórico de The Red Spider, los años 60 en Polonia, en pleno comunismo, era importante para usted?
Esa época me proporcionaba un marco estupendo para mi historia. Si la hubiera ambientado en la época contemporánea, habría perdido muchísimo. Con los años 60 en Polonia, un periodo de lo más particular, esta historia adquiere una nueva dimensión. Fue una época sombría, con poca luz, con vacío y ordinariedad por todas partes: la gente se vestía igual, viajaba en autobús, apenas había coches... Si hubiera llevado la acción a nuestros días, la historia habría quedado masacrada por la multitud de factores. Además, gracias a este ambiente, pude alejarme del estereotipo del asesino en serie impuesto por la cultura anglosajona.

En The Red Spider, usted se ha ocupado de la dirección y de la fotografía. ¿Le ha resultado difícil este doble papel?
No es fácil, desde luego, pero tampoco tenía elección. Desde el principio, era yo quien visualizaba la historia y sabía cómo quería contarla en imágenes, con mis colores y mis tonos. Felizmente, la cinta no era una gran producción sino una película íntima. En caso contrario, probablemente no habría podido arreglármelas y habría tenido que recurrir a un director de fotografía. Me encanta contar cosas a través de imágenes y la fotografía es mi oficio de base. Es verdad que cuando uno lleva a cabo dos funciones a la vez, siente una gran soledad en el plató: no está el apoyo del fotógrafo, sus sugerencias, apuntes, consejos o críticas. Pero, por otro lado, ocupar los dos cargos te ahorra conflictos, diferencias de opiniones y de visión de conjunto y ésa es una gran ventaja.

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(Traducción del francés)

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