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BERLINALE 2018 Competición

Christian Petzold • Director

“Para salir adelante, primero tenemos que recordar”

por 

- BERLÍN 2018: Hablamos con el alemán Christian Petzold de su nuevo trabajo, Transit, protagonizado por Franz Rogowski y Paula Beer y estrenado a concurso por el Oso de Oro

Christian Petzold  • Director
(© Schramm Film / Marco Krüger)

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, una adaptación de la novela semiautobiográfica de Anna Seghers, publicada en 1944, sobre las relaciones entre refugiados durante la Segunda Guerra Mundial, Christian Petzold opta por una ambientación contemporánea pero no se olvida del pasado. La cinta se estrenó como parte de la competición oficial del 68º Festival de cine de Berlín

Cineuropa: En tu película, hay un diálogo permanente entre el pasado y el presente. ¿Le tentaba subrayar este lado contemporáneo?
Christian Petzold: Tengo dos hijos y uno me dijo una vez: “No muestres smartphones en la peli”. Eso la desfasaría rápidamente. Cuando ve una película de 2009 y en ella alguien usa un iPhone 3, dice: “es una película antigua” [risas]. No se trata de leer las señales e intentar determinar el momento exacto en que la historia acontece. Aquí no hablo del tiempo sino de un espacio de tránsito. La manera en que la historia y la literatura se han tratado en el cine ha sido a veces terrible. Es más una re-representación en la que todo debe estar cuidadosamente dispuesto. La gente va al cine por las mismas razones que iban nuestros padres al museo los domingos: querían ver cómo vivía Napoleón. A mí no me interesa eso. Como dijo una vez Faulkner, “el pasado nunca muere. Ni siquiera es pasado”. 

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también tratabas el asunto de la identidad. ¿Se trata de un tema que te interesa desde siempre?
Podría decirse que todo se reduce a mí mismo en tanto que amante del cine. Me encantan las historias en que la gente intenta ser alguien diferente y adopta la identidad de otra persona, como Jack Nicholson en El reportero. Tal vez lo hacen porque sienten que sus vidas no tienen sentido o están vacías y esta nueva identidad les brindará algo nuevo y fresco, pero el problema es que la gente siempre lleva consigo quienes son y el lugar de donde vienen, como una especie de mochila. Creo que es el núcleo de la historia: uno no puede desprenderse de su propia piel, uno no puede cambiar quien es, por mucho que lo intente.

Transit podría ser una muestra de cine negro bastante rotunda. ¿Valoró la cantidad de elementos que podía haber tomado de esa estética sin resultar una película demasiado artificial?
En Hollywood, en aquella época, todo era alemán: la luz como la trabajaban en Alemania, la fotografía de Alemania, los directores alemanes, ellos mismos refugiados, por los nazis… Era gente que podía transponer los horrores que habían experimentado y la sensación de tránsito a las imágenes. Yo hablaba con mi director de fotografía de todas estas cosas. Le dije que la nuestra no iba a ser la típica película policíaca. Se le iba a parecer mucho, la luz, los colores, cierta sensación de liviandad. Le dejé claro que no debía parecer artificial en ningún caso. Al contrario, teníamos que sentirnos cercanos a esa gente, razón por la cual tenía miedo de usar voz en off: rara vez funcionan. Sin embargo, hallé buenos ejemplos, como Barry Lyndon o Jules y Jim. Lo que no me gusta son las voces en off que toman una posición divina.

¿Qué efecto tuvo en ti la primera lectura del libro de Anna Seghers?
Transit en realidad ya nos había marcado tanto a mí como a Harun Farocki [un director alemán y colaborador de Petzold que falleció en 2014]. Ambos compartimos ciertos elementos biográficos, entre los que está la de haber sido y vivido como refugiados. Siempre nos sentimos cercanos a historias sobre gente en tránsito, como La jungla de asfalto, donde lo único que Sterling Hayden quiere es volver a su granja. De eso debería ir el cine: de gente en tránsito. El hogar es para la televisión. 

Marsella, donde se rodó la película, no tiene la mejor reputación, que se diga.
Es dura y corrupta pero también confiada y relajada. Cuando estábamos allí, estaban rodando la segunda temporada de Marseille, con Gerard Depardieu. Compartíamos con ellos el cátering. Estaba Depardieu bebiendo vino en un lado y nosotros del otro bebiendo pero no vino porque somos alemanes. A todo el mundo le daba igual porque no es una ciudad vanidosa; simplemente sigue adelante.

¿Crees que esa historia sigue influyendo en Alemania actualmente?
Mira donde estamos. Estamos en la Potsdamer Platz. Solo hay dos edificios levantados antes de la Segunda Guerra Mundial. Este era el orfanato donde vivió Bruno S. Esta ciudad, y este país, están marcados por la historia pero también son muy modernos. Mi vida ha estado marcada por la historia también. Para salir adelante, primero tenemos que recordar.

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(Traducción del inglés)

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